El 2009 puede ser catalogado como un año para olvidar, debido al bajo crecimiento económico, la pérdida de plazas de trabajo, el retorno de los apagones, la pérdida de institucionalidad de varios organismos de control y las menores oportunidades para crear empresas.
Pero también hay hechos positivos como el fin de la guerra bananera con la Unión Europea, que duró 16 años, el mayor control a los sindicatos públicos y a los grupos que controlan la educación, así como mayor inversión pública.
El balance, sin embargo, muestra que será el año de menor crecimiento desde que empezó la dolarización.
El Producto Interno Bruto (PIB) en 2000-2008 fue de 4,8%, en promedio, cifra que bajará con el resultado de 2009, que oscila entre 1% (Banco Central), y -2%, (Fondo Monetario Internacional, FMI), pasando por el -0,4% de la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
Como el PIB no es un buen indicador para medir el desarrollo de los países, se deben considerar otros indicadores, como la reducción de la pobreza o la desigualdad, que se han deteriorado en un año de crisis internacional.
Lo mismo ocurre con el desempleo, que viene creciendo desde 2007, cuando el Gobierno se benefició de los mayores precios del petróleo de las tres últimas décadas, lo cual está financiando su modelo económico. Pero depender del Estado para que la economía crezca y el país se desarrolle es insuficiente. En 2008, el mayor gasto público generó crecimiento, pero no empleo. En 2009 no se consiguió ninguna de las dos cosas.