Redacción Quito
Las fiestas capitalinas fueron una temporada que Fernando Peñarreta no podía desaprovechar.Ç
“Es triste saber que no se puede estar mucho tiempo con la familia”.
Cristian Montalvo
Policía
La mañana del pasado viernes, cerca de la Plaza Grande, en la calle García Moreno, Peñarreta descansaba del intenso sol quiteño antes de iniciar un nuevo recorrido turístico al mando de su carroza impulsada a caballo.
Luego de seis años de recorridos, el paso de las carrozas por el Centro aún se roba la atención de propios y extranjeros. Desde el inicio de las fiestas de la capital, Peñarreta extendió ocho horas más su horario de atención.
“En estos días hay que trabajar todo el tiempo que sea posible”. Por eso, los recorridos turísticos de aproximadamente 20 minutos están disponibles a partir de las 10:00 hasta las 23:00, todo el mes de diciembre.
Sin embargo, el comerciante dijo que este año el número de clientes ha disminuido. “No hago tantos recorridos como en años anteriores, por la poca iluminación que hay en las noches debido a los cortes de luz. La inseguridad y la crisis económica también afectaron al negocio”.
La ruta de la carroza arranca en la García Moreno. En los recorridos se embarcan, en su mayoría, turistas locales para ver las bellezas arquitectónicas del Centro Histórico.
En la misma calle García Moreno caminaba el viernes Mónica Llantuy, ondeando una decena de banderas nacionales y de la ciudad. Desde el 28 de noviembre, Llantuy dejó de vender jugo de coco en la avenida 10 de Agosto y se dedicó a comercializar banderas de plástico y de tela estampada. “Las de tela se venden más”. Aunque reconoció que estos días las ventas están bajas.
El miércoles, por ejemplo, alcanzó a vender 15 pares de banderas mientras caminaba por las calles del Centro, entre las 08:00 y las 16:00. A esa hora, ella regresa a su casa en el barrio La Libertad, en el sur.
Llantuy contó que luego de atender a sus tres hijos enseguida se pone a coser y a clavar más banderas en los palos de madera que le sirven de astas. Por eso, reconoció que le queda muy poco tiempo como para pensar en salir a disfrutar de algún programa de la fiesta quiteña.
Cristian Montalvo, en cambio, sí asistió a varios programas por las fiestas de la ciudad, pero como policía de tránsito. Su función en estos actos fue controlar el tránsito vehicular y peatonal, que regularmente se incrementa en diciembre.
Durante las festividades de este mes, el horario de trabajo de Montalvo se extiende por más de ocho horas. “Se trabaja más tiempo del planificado porque a veces hay que quedarse en algún programa hasta que se acabe”.
A él le ha tocado sacrificar tiempo con su familia por cumplir con su labor. “Cuando salgo a las 05:30 de casa, mi hijo de 2 años aún duerme y cuando regreso en la noche también lo encuentro dormido”. Además, la impaciencia de algunos conductores y peatones, dijo, lo exponen a un alto nivel de estrés y cansancio en las calles.
Aunque “el ritmo de trabajo se redobla en las fiestas”, el horario de María del Carmen Moreno, mesera y bartender, no ha variado mucho durante esta temporada. Eso le deja tiempo para asistir a sus clases en Administración de Empresas, a un taller de confección de arreglos florales y para atender a sus dos hijos de 7 y 12 años. “Luego me siento a hacer deberes y descanso generalmente después de la 01:00”.
A las 07:00, Moreno ya está de nuevo sentada en las aulas de capacitación del Consejo Provincial y a las 09:30 está abriendo el café bar ubicado debajo de la iglesia de San Francisco. Los turistas extranjeros componen el 90% de la clientela. Por eso, Moreno también le dedica tiempo para leer sobre la historia y la cultura de la ciudad.
A un costado del bar que atiende Moreno, Lidia Guayta también aprovechó los programas y desfiles para vender sus helados de guanábana, que se mantienen fríos en su coche de madera. Luego de 20 años vendiendo helados, Guayta lamenta la reducción de sus ventas por la competencia de otros productos y vendedores que existen en el sector.
Aunque el ardiente sol de la última semana favoreció en algo la venta de helados en la plaza de San Francisco, Guayta asegura que este año sus ventas han bajado porque no hubo muchos programas ni gente en las calles.