El Ministerio de Cultura del Ecuador por segundo año consecutivo organizó la Feria del Libro de Quito utilizando como sede en esta ocasión el precioso Centro de Convenciones Eugenio Espejo implementado en el antiguo hospital. Este evento, denominado La Feria de las Periferias para Abrirte los Sentidos, constituye una oportunidad única para la comunidad.
El programa completo, contenido en 50 páginas aproximadamente, refleja un esfuerzo responsable, que abarca espacios de interés con estands de las más diversas editoriales nacionales e internacionales, charlas magistrales, entrevistas públicas, recitales poéticos, programación académica, intervenciones artísticas in situ, videoarte, conciertos, espacios para niños y jóvenes y feria itinerante.
La gran presencia de autores ecuatorianos y extranjeros ha enriquecido el evento. Para las charlas magistrales, la participación de Claribel Alegría, quien en el año 1978 recibió el premio Casa de las Américas de Poesía y en 2006 el Premio International Neustad para la Literatura; de Patrick Deville, escritor conocedor de América Latina; de Ignacio Echeverría, reconocido crítico literario y catedrático, brindan una experiencia única y un espacio importante de aprendizaje. En cuanto a las entrevistas públicas, qué bello poder escuchar a Simón Espinosa, Alicia Yánez Cossío, Eduardo Villacís Meytaler, Juan Montaño, Hernán Rodríguez Castelo y Pedro Saad, a quien he tenido oportunidad de escuchar y observar recientemente en varias entrevistas de televisión.
De hecho, debo mencionar que no he tenido la fortuna de conocer personalmente a ninguno de los prestigiosos y talentosos escritores que he referido, más sí a Pedro, a quien guardo un enorme cariño. Recuerdo hace muchos años, cuando mi madre participaba activamente en Mujeres por la Democracia y mi padre en política, haber escuchado a Pedro, con su fantástica capacidad analítica, sobre los temas que afectaban a la República.
Siempre lo escuché con atención y admiración. El otro día, llegada las nueve de la noche frente al televisor, buscando un programa que me atrajera para librar la mente de los temas diarios, dije a mi hijo “mira, Pedro Saad” y nos detuvimos a escucharlo. Matías y yo nos quedamos impregnados en el programa donde Pedro tuvo la generosidad de compartir con el público, sus seguidores y admiradores, la historia de su familia, las etapas más bellas, difíciles, tristes, generosas de su vida, con la presencia incluso de sus maravillosos nietos a través de entrevistas que se entrelazaban en el programa. Todos han escogido destinar sus vidas al arte en sus diversas expresiones. ¡Felicidades, Pedro! Buena falta que nos hace brindar importancia a las letras, el arte y la cultura. En buena hora para Ecuador y que viva el fantasma fru fru.
Columnista invitada