México, Ansa
El monolito de Tlaltecuhtli, una piedra de 12 toneladas que se presume sirvió de lápida del rey Ahuizótl, y es comparado por los expertos como la “Capilla Sixtina” de los aztecas, fue restaurado al cabo de varios años de trabajo para recuperar sus colores originales.
La prodigiosa figura fue hecha por “un Fidias o un Miguel Ángel prehispánico”, dijo el arqueólogo Leonardo López, que participó en esta labor.
“Si tienes a tu cargo restaurar digamos la Capilla Sixtina o la Venus de Milo hay una gran responsabilidad. Eso implica que cada acción que tomes sea muy razonada, porque siempre existe el riesgo de que en vez de ayudar a la conservación del monumento puedas dañarlo”, indicó el especialista.
La más grande escultura monumental de la civilización azteca (en realidad llamada mexica) exhibe por primera vez sus colores originales: ocre, rojo, blanco, azul y negro.
Según el experto del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que realizó la
limpieza de la escultura durante tres años y medio junto con la restauradora María Barajas, la labor “no ha sido fácil, porque prácticamente son polvos de color los que permanecen adheridos a ella”.