Carlos Salvarezza (izq.) y Rubén Walsh se turnan para conducir y descansar durante el largo recorrido en Brasil. Foto: Álex Puruncajas/ EL COMERCIO
Los argentinos Carlos Salvarezza, de 54 años, y Rubén Walsh, de 39, tienen la misión de conducir 6 500 kilómetros en Brasil.
Para estos dos choferes esto no representaría ningún problema si estuvieran solos. Pero ellos también deben estar pendientes de 68 ecuatorianos que viajan en su bus de dos pisos.
Los gauchos se turnan para conducir y descansar durante el recorrido. La cabina del automotor cuenta con una especie de cama, en la cual se turnan para dormir.
Ellos manejan en Brasil con la ayuda de mapas y un GPS instalado junto al volante. Durante el trayecto, Carlos y Rubén también comparten mate, escuchan música, intercambian criterios de las rutas, sonríen y, de vez en cuando, hasta se enojan cuando los ecuatorianos no vuelven a tiempo al bus tras una parada de descanso.
“Nosotros no organizamos los recorridos por Brasil, solo los llevamos. Pero si ustedes se atrasan luego de cada parada no podemos cumplir con todo lo previsto”, dijo Carlos, ayer por la tarde, mientras su compañero se estacionaba en una calle de Sao Paulo.
Hasta la concurrida ciudad brasileña (20 millones de habitantes) llegaron ayer los ecuatorianos como parte de su tour en el país anfitrión.
Es la segunda vez que ambos comparten un recorrido extenso a bordo del bus de la compañía argentina Quintían. La primera vez fue cuando realizaron un recorrido que pasó por Buenos Aires y llegó a Mendoza, en diciembre del año pasado.
Allí completaron 4 000 kilómetros. Ahora, con el grupo de hinchas tricolores, tienen previsto recorrer 6 500 km. Hasta ayer, por la tarde, ya condujeron 4 500.
Es decir, faltan 2 000, para completar el tour que también irá a Curitiba y Río de Janeiro. En esas ciudades jugará la Selección contra Honduras y Francia.
Los conductores fueron elegidos, de entre 18 choferes, por sus superiores para realizar el viaje. “Fue una forma de estimularnos. Les agradecemos porque confiaron en nosotros”, se sinceró Carlos en la cabina.
¿Qué es lo más difícil de realizar este tipo de recorridos?. “Para nosotros esta es una experiencia superpositiva porque transitamos por nuevas rutas. Quizás lo único malo es que estamos lejos de nuestros familiares”, explicó Rubén, quien le compró una bola de cristal a su pareja durante una de las paradas.
El viaje con los ecuatorianos se inició el 12 de junio en Buenos Aires y culminará el 26 de este mes en Sao Paulo. Para entonces, estos especialistas del volante desean haber cumplido con seguridad con los pasajeros.
Luego, deberán viajar solos 2 000 kilómetros hasta llegar a la capital argentina, en donde les esperarán sus parejas, hijos y nietos.