Tegucigalpa, Reuters
Como nuevo presidente de Honduras, Porfirio “Pepe” Lobo deberá hacer honor a su fama de astucia para reconciliar a un país dividido por un golpe de Estado y hacer las paces con la comunidad internacional.
Después del golpe que derrocó al mandatario Manuel Zelaya el 28 de junio del año pasado, gran parte del mundo dio la espalda al empobrecido país y cortó o redujo su ayuda financiera, algo clave para los programas sociales hondureños.
El conservador Lobo, de 62 años, asumirá el miércoles el poder con poco reconocimiento porque los comicios que lo consagraron fueron organizados por el Gobierno de facto que sucedió a Zelaya, algo criticado por casi toda la comunidad internacional.
Lobo, un hacendado del opositor Partido Nacional, defiende a capa y espada los comicios porque estaban programados desde antes del derrocamiento de Zelaya, y ha prometido una etapa de reconciliación en la pobre nación Centroamericana.
“Si queremos paz tenemos que perdonarnos todos (…) Honduras necesita paz”, dijo Lobo el martes durante una misa en la Iglesia de la virgen de Suyapa, la patrona de Honduras.
Para eso podría ayudar la salida de Zelaya del país, quien tras cuatro meses de estar refugiado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa intentado recuperar el poder acordó abandonar el miércoles su tierra natal, con un salvoconducto de Lobo para evitar las órdenes de arresto en su contra.
Cinturón negro de taekwondo y padre de 11, Lobo había perdido en el 2005 las elecciones a manos de Zelaya, en parte por haber propuesto la pena de muerte para pandilleros en un país con una fuerte influencia católica y evangelista.
En esta ocasión, aprendió la lección y basó su campaña más moderada en la lucha contra el descontrolado crimen y la mejora de los salarios.
Ahora como presidente también dominará el Congreso hondureño, donde su partido tiene mayoría absoluta, lo que hará más fácil aprobar leyes que ayuden a pacificar al país, a retomar las relaciones con otras naciones del mundo y convencer a los organismos multilaterales de volver a prestar dinero.
“Sé que vamos a normalizar (las relaciones) con todos”, dijo Lobo en rueda de prensa el martes. “Yo seguiré invitando a que nos pongamos en paz todos”, agregó.
Al igual que el depuesto mandatario, Lobo es un acaudalado empresario agrícola y creció en Olancho, donde nació Zelaya.
Se dice amigo del presidente derrocado, pero trató de mantenerse al margen de la crisis y asegura que el depuesto mandatario tenía intenciones de perpetuarse en el poder. El nuevo presidente ha sido durante años diputado del Congreso unicameral y ha ocupado la presidencia del mismo.