AFP
Pegada a un teléfono celular que apenas emite, la primera dama de Haití, Elizabeth Preval, que trabaja sin descanso junto a su marido para coordinar la ayuda internacional, dice estar convencida de que el país se recuperará de la tragedia y pide valentía a sus compatriotas.
“Estoy convencida de que el país lo logrará. Viendo la solidaridad que se manifiesta entre la población, hay esperanza”, dice al lado del presidente haitiano, René Préval.
La primera dama habla desde un despacho improvisado en una comisaría de policía cercana al aeropuerto de la capital, tras la destrucción de los principales edificios oficiales en el terremoto del martes.
“El destino nos ha golpeado. Desgraciadamente no podemos decir nada sobre eso, sólo podemos reaccionar diciendo que vamos a asumir. Pido a las mujeres y a la población en general que se muestre valiente y paciente y que siga adelante”, dice esta orgullosa mujer de cincuenta años que se casó con el presidente de Haití hace sólo unas semanas.
“Estoy apabullada por la gravedad de la situación. El destino no has golpeado de nuevo, pero lo hacemos lo mejor que podemos para ayudar a las personas damnificadas y pensamos sobre todo en las mujeres y los niños”, agrega.
La primera dama, que era consejera económica del presidente antes de convertirse en su esposa, dice estar en contacto con organizaciones religiosas e instituciones internacionales que quieren socorrer a los haitianos.
Entre dos llamadas telefónicas y una comunicación por walkie-talkie, trata de ocuparse de todo.
“Hay que traer agua y gasolina”, recomienda a uno de sus interlocutores al teléfono.
Mientras tiende una bebida gasificada a su esposo que le pide de beber con un signo de la cabeza y rogándole que se coma el plato que le espera desde hace horas, la primera dama asegura que “ el Estado no se ha hundido”.
“Procedemos por prioridades”, contesta a las críticas contra el gobierno.
“Empezábamos a tener resultados gracias a los esfuerzos de reconstrucción de las infraestructuras viales destruidas por los huracanes en 2008. La producción agrícola registró un incremento”, afirma antes de lamentar la sucesión de tragedias que han golpeado al país en los últimos años, empezando por esta serie de huracanes que dejaron más de 800 muertos y cerca de un millón de damnificados.
A pesar del drama que vive Haití, Elizabeth Preval mantiene la sonrisa. Exhorta a sus compatriotas a ser pacientes y pide a moderación a los críticos.
“Los haitianos no han esperado la ayuda internacional para organizarse. Han tomado la delantera organizándose para ayudarse entre ellos, ya sea en las calles o en las plazas públicas”, donde se han instalado, destaca.
“Faltan comida y agua y espero que esta ayuda llegue rápidamente para ser distribuida, para evitar que hayan frustraciones en el seno de la población, lo que podría abrir la puerta a una situación de violencia”, lo que, según ella, hay que evitar a todo precio.
Elizabeth Preval, madre de dos hijos de su primer matrimonio con un conocido economista haitiano fallecido hace algunos años, termina la entrevista dando las gracias a la comunidad internacional, antes de irse con el jefe de Estado a ver a su ex cuñado, ministro del gobierno, cuyos padres han perecido en el derrumbe de su casa.