Park City, Reuters
En una cultura que pone el centro de atención sobre sus héroes para descubrir sus errores, parece natural, en un punto, dirigir la atención hacia los fotógrafos, los paparazzi, para ver si pueden vivir bajo su propio escrutinio.
Dos filmes presentes esta semana en el Festival de Cine de Sundance han tomado esa causa.
Uno examina la carrera de uno de los símbolos de la industria, Ron Galella, y el segundo es un esfuerzo por dar vuelta la mano al objetivo de los paparazzi, realizado por el actor Adrian Grenier, de la serie “Entourage”.
En “Teenage Paparazzo’, Grenier toma su propia cámara para perseguir a Austin Visschedyk, un paparazzi de 13 años que Grenier conoció tras haber sido emboscado por el joven fotógrafo.
Motivado en principio por la curiosidad y preocupación por el adolescente -quien frecuentemente se queda hasta la madrugada, durante sus días de escuela, peleando con hombres que le doblan en edad-, Grenier pone atención en la relación entre los paparazzi y los famosos sobre los que se enfocan.
“Una de las razones por las que hice este filme era para difundir la tensión que es tan aparente entre los paparazzi y los famosos”, dijo Grenier, a Reuters, en Sundance.
En tanto Visschedyk, tiene una ambición más allá de su edad, donde se mete en taxis para perseguir a las estrellas en fuga y vende sus fotografías por miles de dólares.
En la otra orilla de edad y experiencia de Visschedyk está Ron Galella, un veterano con cinco décadas en el negocio y considerado por muchos como el paparazzi original en Hollywood.
Galella, de 79 años, y cuya vida es examinada en “Smash His Camera”, de Leon Gast, es lo suficientemente mayor como para haber trabajado cuando el término “paparazzo” -que en italiano se utiliza como referencia al ruido que provoca un mosquito- fue ligado a los fotógrafos caracterizados que seguían a los famosos en la película de 1960 “La Dolce Vita”.
“Smash His Camera” (rompe su cámara) recibe su nombre de una orden dada por Jacqueline Onassis -principal objetivo de Galella y sujeto de sus más famosas fotografías- a su guardaespaldas luego de que la siguió a ella y sus hijos en el Central Park de Nueva York cuando paseaban en bicicletas.
Tales eventos llevaron a una demanda de Onassis que le valió a Galella un poco de publicidad negativa, pero bien recibida.
De hecho, Galella disfrutó ser retratado como un villano, pese a que se considera como una raza aparte de los ejércitos de paparazzi que hoy acosan a los famosos.
“Hoy en día muchos paparazzi no están entrenados, no son serios. Yo era un estudiante serio de arte y eso es lo que hace grandes fotógrafos”, explicó Galella.