Mauro Terán Cevallos
“Piensa antes de hablar: el tonto tiene el corazón en la lengua; el inteligente tiene la lengua en el corazón”.
Es la vieja sentencia de nuestros mayores que hoy tiene plena actualidad ante las sabatinas diatribas presidenciales.
Es verdad, cuando se tiene el corazón en la lengua se dice cualquier cosa sin medir las consecuencias, y hasta saltan a la vista los verdaderos sentimientos. Los dobles discursos caen por su propio peso.
La salida de Fander Falconí significa muchas cosas, desde lo doctrinario hasta lo pragmático, pero lo importante es que se develó, al fin, que el presidente Correa no es parte de ningún proyecto político y no puede serlo, porque su personalidad le impide someterse a libretos previos. Su proyecto político ahora está claro y es la salida caudillista.
No se trata de formar movimientos ni alianzas medianamente revolucionarios ni de llevar adelante tibios reformismos; se trata simplemente de construir un nuevo “ismo” a la manera del viejo arroyismo o el viejo velasquismo.
Ahora se quiere consolidar simplemente un “correísmo” que irrumpa en los matices de la democracia meramente formal para, en el futuro, simplemente ganar elecciones y entregar el país a los serviles y corruptos.
Lo bueno es que los ecuatorianos del siglo XXI ya estamos curados de los “ismos”, y cualquier pretendido caudillo del siglo XXI deberá entender que este pueblo puede ser engañado, circunstancial y transitoriamente, pero jamás soporta dogal ni espuela.