En 2022 el petróleo tuvo su mejor precio en ocho años. Vendimos crudo en USD85,8/barril frente a sólo USD62 en 2021. Las exportaciones hidrocarburíferas alcanzaron USD11.577 millones, casi USD3 mil millones más que en 2021. Contrario de lo que se cree, no hubo ingresos petroleros excepcionales.
Mientras el precio de exportación del petróleo aumentó en USD23,8 en un año, el de los combustibles importados se disparó en USD39,60. El diésel costó USD153. El alto precio internacional unido al subsidio local habría estimulado al contrabando de diésel y gasolina; el consumo de combustibles trepó 9% a 271 mil barriles diarios. Las importaciones alcanzaron un valor récord de USD7.641 millones. Si a las exportaciones le restamos las importaciones, en 2022 quedaron ventas externas netas de UDS3.639 millones, menos que en 2021. Conclusión: quienes gozaron de la bonanza petrolera fueron los contrabandistas.
La producción estancada de crudo, el alto subsidio, el crecimiento del consumo de combustibles y la deficiente refinación se aunaron para deteriorar la situación fiscal. Urge actuar en varios frentes: El incremento de la producción petrolera; la reducción del subsidio; disminuir las importaciones.
En cuanto a este último, las autoridades buscan una Alianza Público-Privada con un consorcio que monte una unidad de alta conversión junto a la refinería de Esmeraldas que arroje combustibles de óptima calidad y en las cantidades que requiere el mercado interno. El pago por este servicio sería menor al costo de importar combustibles de calidad y exportar crudo y un residuo sulfuroso de poca demanda en el mercado internacional.
Hasta que esté lista esa unidad de alta conversión la solución provisional que contempla Petroecuador es enviar nuestro crudo Napo a una refinería en el exterior, pagarle para que lo procese y nos devuelva combustibles de alta calidad. El costo también sería menor al actual, de vender el crudo y comprar combustibles.
Ambas medidas implican un ahorro fiscal.