Redacción Judicial
La pequeña sala donde funciona la Comisaría de Contravenciones Flagrantes (Juan L. Mera y Roca) siempre está concurrida. Es miércoles y Verónica Aguirre, la comisaria que ese día estuvo de turno en la Policía Judicial (PJ), recibe cada día denuncias por arranche de celulares, robo de carteras, peleas entre vecinos… En total, cada día ingresan hasta 20 causas.
Los comisarios pueden actuar en 119 tipos de contravenciones agrupadas en cuatro clases. Lo hacen aunque desde el 5 de junio de 1998, la Constitución aprobada en Sangolquí (afueras de Quito) determina que esa tarea corresponde a los jueces de paz.
El artículo 189 de esa norma establece que ellos “resolverán en equidad y tendrán competencia exclusiva y obligatoria para conocer los conflictos individuales, comunitarios, vecinales y contravenciones”. Diez años después, la Asamblea de Montecristi ratificó el texto. Desde allí han pasado dos años más y hasta hoy no se concreta la creación de esos juzgados.
En el Ministerio de Justicia, la subsecretaria de Coordinación Interinstitucional, Carla Hidalgo, dice que sí hay avances en el tema. En diciembre del 2009, se contrató en USD 30 000 una consultoría para establecer la estructura jurídica que regirá para los nuevos jueces. Pero todavía no se sabe cuándo estará el informe final.
Hidalgo aclara que esta es la única contribución del Ministerio de Justicia en la implementación de juzgados de paz y que el resto depende del Consejo de la Judicatura (CJ). En ese organismo, el principal problema es el presupuestario. El director general del CJ, Gustavo Donoso, reconoce que crear cada judicatura (juez, secretario, ayudante y amanuense) cuesta de USD 80 000 y 90 000 cada año. “Poco a poco buscaremos alternativas presupuestarias para cubrir esto”.
El funcionario sabe que la falta de estos jueces retarda el juzgamiento de las contravenciones.
La Comisaría donde atiende Aguirre funciona por turnos. Allí actúan cuatro comisarios que hay en Quito, pero únicamente hasta las 22:00 y no las 24 horas como lo hacen los fiscales que en el mismo edificio de la PJ tramitan delitos flagrantes (asalto a mano armada, por ejemplo).
Si una persona acusada por contravención flagrante ingresa a la PJ luego de las 22:00 debe esperar al siguiente día para el juzgamiento. Eso lo reconocen el comisario tercero, Danny Roa, y el asesor jurídico de la Policía Judicial, Patricio Marcillo.
Carlos P., por ejemplo, fue detenido a las 23:15 del martes supuestamente por abrir un vehículo estacionado en las avenidas 10 de Agosto y NN.UU. e intentar robar el radio. El dueño del auto y tres amigos detuvieron al joven.
Diez minutos después, dos policías lo arrestaron y a las 23:45 cuando ingresó a la Policía Judicial la Comisaría ya no atendía.
Al siguiente día, la hermana de Carlos P., Rocío P., permanecía en la puerta principal de la PJ. “Estoy esperando a que salga, porque no robó nada y ni hay ni denuncia”.
En la Asamblea del 2008, el legislador oficialista Gabriel Rivera fue parte de la Comisión siete de Justicia. Hoy sigue como asambleísta de Alianza País y advierte que la idea de crear Jueces de Paz precisamente fue agilitar el juzgamiento. “(Los jueces) ya deberían existir, pero es responsabilidad del Consejo de la Judicatura”.
Por eso, Roa advierte que están en funciones prorrogadas.
Para crear los juzgados tampoco existe espacio físico, mobiliario ni equipos. Una vez creada la Unidad de Flagrancia en la Policía Judicial, los comisarios ocuparon una parte de la planta de esa institución. En esa oficina, con piso de baldosa, puerta de madera y que no mide más de cuatro metros cuadrados, se receptan denuncias, se realizan audiencias, ingresan detenidos y acusadores…
Donoso maneja una alternativa para la creación de los juzgados. Él funcionario dice que se puede esperar a que los recientemente posesionados miembros del Consejo de Participación Ciudadana nombren a los integrantes del Consejo de la Judicatura. Y que ese organismo convoque a los interesados en ser jueces de contravenciones y los elijan.
Delitos de flagrancia
Lo que sí se ha nombrado hasta hoy son jueces de delitos flagrantes. Existen en Quito, Guayaquil y Manta. En la capital, hacen turnos en el mismo edificio de la Policía Judicial.
En delitos flagrantes, los jueces dicen que solo en el 1% se llega a sentencia. Mientras que en contravenciones, el principal problemas es que no se presentan denuncias.
Según la Constitución del 2008, lo jueces de paz usarán mecanismos de conciliación, diálogo, acuerdo amistoso… para adoptar resoluciones, que “garanticen y respeten los derechos reconocidos”.
Para acudir a los jueces de paz no se requerirá abogado.
95 días para ver las atribuciones
La firma consultora que el Ministerio de Justicia contrató para establecer la estructura jurídica de los jueces de paz trabajó 95 días, desde diciembre del 2009.
Para la contratación de este servicio no se convocó a concurso, sino que la negociación fue directa. Eso lo reconoce la subsecretaria de Coordinación Interinstitucional de esta Secretaría de Estado, Carla Hidalgo. “Hasta 44 000 podemos hacer contratación directa. Eso sí, vimos bien quiénes son las firmas que trabajan en este tema y que tengan experiencia”.
El informe presentado por la firma consultora determina las atribuciones y límites jurídicos que tendrán los nuevos jueces. Y en este momento es analizado por las autoridades de Justicia.
Una vez que se concreten los juzgados, las comisarías tendrán nuevas atribuciones, aunque eso también está por definirse. El director general de la Judicatura, Gustavo Donoso, sostiene que los nuevos funcionarios serán nombrados por este organismo.
Por eso, el penalista Rigoberto Ibarra cree que cuando se llame a concurso, los comisarios que en este momento juzgan las contravenciones deberían tener prioridad. “Ellos han trabajado por años, tienen experiencia y saben sobre esta materia. Estos jueces aliviarían muchísimo el tratamiento de las contravenciones de Policía, que muchas veces hasta pasan al área penal”. Ibarra cuestiona el hecho de que se creen cargos como estos “sin antes contar con recursos económicos”, para ponerlos en marcha.