En otras circunstancias, el tema de conversación de los chilenos sería el cambio de mando de este jueves. Y no hubiera sido para menos. Cuando el derechista Sebastián Piñera llegue al Palacio de La Moneda, será el fin de 20 años de gobierno de la Alianza, que agrupa fundamentalmente a demócratas cristianos y socialistas, que compartieron dos gobiernos cada uno.
Sin embargo, importa más la realidad de la tragedia que la realidad política, aunque de esta depende el futuro cuando de reconstruir el país se trate.
La tierra se sigue sacudiendo en este país y es difícil pensar en algo más allá del terremoto, tema único de conversación entre los chilenos de a pie. “Y así será por mucho tiempo más”, dice el ecuatoriano Diego Manjarrés, con ocho años de vivir en Santiago.
No solo es la conversación, sino su gran preocupación. “Todavía estamos nerviosos y es difícil que descansemos siquiera, mucho menos pensar en lo político”, dice Alejandra Bustos. Ayer, por ejemplo, ocurrió un hecho curioso en el metro de Santiago.
A las 11:00, pasando la estación Baquedano de la Línea 1, las luces se apagaron y el tren se detuvo. Aunque el metro no sufrió ningún daño durante el terremoto en Santiago, que fue de 8,5 grados, todos los ocupantes comenzaron a mirar a uno y otro lado, y entre ellos. Aunque la calma llegó luego que el conductor dijo que se debía a un corte de luz y que pronto funcionaría el generador, cualquier anormalidad puede disparar el nerviosismo entre la gente.
“A mí no me importa el tema político y mucho menos ahora. Pero ya que me preguntas, creo en la diversidad y así tiene que ser la democracia”, dice esquivamente Miri. Mientras es su amiga Ximena la que ve con desconsuelo la asunción de un gobierno de derecha “después de todo lo que vivimos en este país con la derecha, la gente votó por él. Fue un autogol de la Concertación que no supo manejar bien las cosas”.
“El terremoto le viene como anillo al dedo”, insiste Ximena. Y quizá lejos de la realidad no esté: según la encuestadora Adimark, el 56% de la población mira con optimismo la llegada de Piñera a La Moneda. Asimismo señala que Michelle Bachelet, pese a las críticas recibidas, deja el gobierno con un 84% de popularidad.
“Es algo muy raro”, indica Alejandra Bustos, del barrio Peñalolén. “Toda la gente está desencantada por cómo actuó el gobierno con el terremoto, que se nota que está harta”. En cambio, Omar Sarrás, dueño de una librería de Ñuñoa, sostiene: “esas encuestas solo funcionan cuando hay un interés detrás. Sirven para marcar una tendencia. Lo cierto es que a Bachelet le sirve un número así, y a Piñera también. Así, todo el mundo cree que el uno llega y la otra se va bien. Pero si uno debe pensar, Bachelet tuvo problemas para ordenar el despliegue del Ejército”.
“Creo que el terremoto va a ser el gran pretexto de Piñera para no hacer nada”, añade Sarrás.
“No va a hacer muchas cosas. De hecho, no tiene ni siquiera un gran equipo. Por eso se va a respaldar con gente de la Concertación”, sentencia Ximena”.