Madrid, DPA
La estadística los separa por apenas dos tantos en la tabla de goleadores de la temporada, pero a los argentinos Lionel Messi y Gonzalo Higuaín los diferencia bastante más que un par de definiciones certeras: uno es el mejor del mundo, el niño mimado Barcelona, y el otro es una “piedra en el zapato” de su club.
Con el permiso del portugués Cristiano Ronaldo, ambos encarnan las esperanzas más serias de anotar mañana en el estadio Santiago Bernabéu en una de esas citas para el recuerdo, el Real Madrid- Barcelona que casi con seguridad definirá la Liga española.
La responsabilidad de la pareja elegida por Diego Maradona, seleccionador de Argentina, para dar miedo a las defensas en Sudáfrica 2010 será prácticamente la misma a los ojos de sus aficionados, pero la base desde donde sale esa mochila es casi antagónica.
Hoy, Messi es el símbolo del Barcelona. El mejor jugador del mundo vive un momento que para describirlo desafía al escritor más cultivado y es el buque insignia de la filosofía de la entidad azulgrana de apuesta por la cantera y por un fútbol para el disfrute de los sentidos.
Su apellido es el más repetido en los últimos días, con portadas de diarios, discusiones televisivas y de bar en las que se vierten teorías perfectas para detenerlo. “¿Cómo se para a Messi? Disparándole”, resumió un tal Bobby Charlton, el mejor futbolista británico de la historia.
De Higuaín, 24 gritos contra 26 de Messi, no se habló prácticamente, amén de una sentencia de Bernd Schuster: “El (Real) Madrid son Higuaín, Cristiano y nueve más”, dijo el alemán, ex técnico del Real Madrid y del propio “Pipita”, en una entrevista con el diario “As”.
La repercusión mediática y popular es lo de menos. Higuaín no sólo no es el Real Madrid, sino que lo mucho que es se lo debe al técnico chileno Manuel Pellegrini, y a pesar del propio club, al menos en lo que a la figura del presidente se refiere.
Para Florentino Pérez, Higuaín es una mancha en su proyecto de estrellas, el “hijo” de la administración de su enemigo Ramón Calderón que se devoró a uno de sus fichajes ilusionantes y vendedores de comienzos de temporada, el francés Karim Benzema.
A raíz de ello, el ex River Plate fue señalado desde algunos medios como responsable del fracaso ante el Olympique de Lyon por los octavos de final de la Liga de Campeones. La entidad, a través de su director general, Jorge Valdano, salió a respaldarlo públicamente recién cuando Higuaín volvió al camino del gol, días después.
“Le quito importancia a las cosas tanto para lo bueno como para lo malo, porque aquí se exagera todo”, dijo el delantero al diario “As”. Prefiere centrarse en lo que sí lo moviliza: “No hay que avergonzarse en reconocer que la Bota de Oro es un objetivo importante para un delantero”. Su máximo rival es el mejor jugador del mundo, a quien enfrentará en el gran clásico del año desde una doble desventaja: tener un talento menor y disfrutar de un apoyo en las antípodas.