Augusta. DPA
La edad de madurez del golfista fluctúa entre los 30 y los 40 años, pero la franja parece ensancharse a base de estirarla por los extremos, como hacen en Augusta el adolescente Matteo Manassero o el sexagenario Tom Watson.
El italiano Manassero es el jugador más joven de la historia en jugar el Masters de Augusta (EE.UU.), eclipsando el récord de Tommy Jacobs de 1952, cuando tenía 17 años y 2 meses.
Tiger se consolida
Tiger Woods, el golfista número uno del mundo, sigue en la carrera por la victoria en el Masters de Augusta de golf. Ganó y se consolida como favorito.
El certamen que reúne diariamente a cerca de 40 000 aficionados en el torneo de Augusta (Estados Unidos) entregará USD 7 000 000 en premios. Así lo confirmó la organización.
El 19 de abril, Manassero recién cumplirá los 17. Su clasificación para jugar por primera vez este torneo se produjo tras ganar el British Amateur del 2009, en donde con tan solo 16 años se convirtió en el jugador de menor edad en obtener el torneo en 124 años de historia.
La victoria le abrió las puertas para jugar el British Open en el 2009, en se ubicó en el duodécimo lugar de la tabla en su primera presentación.
La historia de este ‘teenager’ contrasta radicalmente con la de Watson, quien casi gana el Abierto Británico el año pasado y que tuvo un comienzo arrollador en el Masters de Augusta.
También con la de su compatriota Fred Couples y el alemán Bernhard Langer, ambos en la cincuentena, quienes sobreviven con dignidad en un deporte que, históricamente emparentado con la experiencia, parece verse invadido cada vez más por la precocidad, tal como sucedió en el tenis.
Entre los 30 y los 40 años es cuando las estadísticas dicen que se produce la mayor cantidad de victorias de Grand Slam.
El jugador, en teoría, ya fue sumando la experiencia suficiente y se encuentra en la plenitud de la vida para conquistar sin problemas un Grand Slam.
Tiger Woods bajó ese promedio y ahora cualquier veinteañero está en condiciones de capturar un torneo a corta edad.
Pero paralelamente, lo hecho en los últimos tiempos por Greg Norman y Watson en los Abiertos Británicos del 2008 y 2009, sumados a las actuaciones en Augusta de Couples y otros experimentados jugadores, plantea la posibilidad cierta de que la brecha para seguir ganando torneos grandes va extendiéndose en el sentido contrario.
El estadounidense Jack Nicklaus demostró en 1986 que se puede ganar el Masters con 46 años. Ahora falta saber si algunos de la ‘nueva camada de veteranos’ pueden ser capaces de ensanchar esa brecha.
Watson y Couples no descartan esa posibilidad y parecen estar más focalizados en lograr ese tipo de desafíos que en ganar la orden de mérito del Senior Tour estadounidense y sumar triunfos en esa nueva categoría.
Pero la edad no perdona. “A medida que avanzan los años vas perdiendo elasticidad y por ende distancia”, expresó Nicklaus.
Watson dijo al concluir la primera ronda del Masters: “el viento me ayudó notablemente. Sopló a favor en varios hoyos, si no, esta cancha es extremadamente larga para mí”.
Y no es para menos, los campos aumentan las distancias y los veteranos simultáneamente van perdiéndola por la cuestión lógica del paso del tiempo.