Santiago Estrella Garcés
Corresponsal en Buenos Aires
Si alguien pensó que el ex presidente argentino Carlos Menem era ya un cadáver político, se equivocaba parcialmente. Más bien parece un fantasma: no se lo ve, pero está.
El país aún siente las secuelas sociales y económicas de sus dos presidencias de corte neoliberal, y muchos argentinos aún hacen cuernos con la mano para evitar la mala suerte con solo pronunciar su nombre. Pero se pensaba que políticamente ya no tenía influencia alguna.
Sin embargo, el Senado depende totalmente de él para su funcionamiento. Al estar dividido en 36 votos para oficialismo y para oposición respectivamente, su presencia es vital para dar el quórum.
Ayer, nuevamente, cuando se quería debatir el decreto que permite al Ejecutivo usar el uso de reservas del Banco Central para el pago de la deuda, “se borró”, como se dice en Argentina.
“Es funcional al Ejecutivo”, dijo el senador Juan Carlos Marino, aludiendo a Menem, “quien debe ser condenado porque en campaña se ‘fallutea’ y se miente y se hace un discurso opositor pero luego impide el funcionamiento del Congreso siendo funcional”.
Menem estuvo por la mañana de ayer en el Congreso. Sin embargo, molesto con el reparto de las comisiones, se fue. Con todo, los senadores oficialistas esperaban en un salón contiguo por si acaso llegara el ex presidente.
Al no ser así, tampoco ellos dieron el número para la sesión. Es su práctica habitual cuando la oposición no consigue mayoría. Es decir: la presencia de Menem.
“Estar lloriqueando porque viene o no viene Menem, la verdad me hace sentir ridículo”, dijo el senador Luis Juez.
Menem, uno de los presidentes cuyo gobierno fue considerado de los más corruptos de la historia, tiene en estos días un correlato en el kirchnerismo, que gobierna en Argentina desde el 2003.
Ricardo Jaime, uno de los funcionarios más fuertes del Ejecutivo, debió conocer que sus bienes son embargados en la causa que se le sigue por enriquecimiento ilícito. El juez Norberto Oyarbide ordenó el embargo preventivo por USD 10, 4 millones, valor que correspondería a un avión privado, un yate, tres casas y un departamento en Córdoba, dos departamentos en Rio Gallegos y dos propiedades en Florianópolis (Brasil), donde vive la hija y un hermano.
La compra del yate (USD 1 millón) y del avión (USD 4 millones) se habría realizado, según fuentes de la investigación, a través de Delome S. A., una empresa que encubriría a Jaime, pero que siempre estuvo cerca a él. Lo operaba Manuel Vázquez, su asesor en la secretaría de transportes.
También el ministerio de Defensa se ha visto involucrado en un escándalo que involucra a la firma alemana Ferrostaal, habría pagado coimas a funcionarios argentinos, “de seis cifras en Euros”, a altos funcionarios para que se viera favorecida para la instalación de fábricas del denominado Patrullero Oceánico Multipropósit.
El Ministerio de Defensa publicó ayer un comunicado en el que “lamenta que la publicación alemana referida no haya consultado el parecer de la parte a la que han acusado con tanta liviandad”. Además, señaló que no tuvo acuerdo con la empresa Ferrostaal, sino con Fassmer.
A pesar de esa declaración, para la fiscalía de Munich, Ferrostal habría servido de intermediario de Fassmer, del cual ya hay un ejecutivo detenido, Klaus Lesker.