La fabricación del primer cromosoma sintético es comparable a disponer de “un lego” con infinitas posibilidades para desarrollar vacunas, alimentos o antibióticos y más aplicaciones.
Con este descubrimiento que se hizo público el viernes pasado será posible pasar en el futuro de la “manufactura artesanal” a “una cadena de montaje industrial”.
Aunque desde los 80 se trabaja en esta rama de la ingeniería genética, el éxito de estos científicos reside en el logro de “un sistema estable”: han fabricado “un lego” donde se pueden quitar o poner piezas a conveniencia.
Así lo explica el catedrático de Bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis Bautista, y el jefe de la Unidad de Genómica del Instituto de Salud Carlos III, Ángel Zaballos.
Este “avance técnico” permitirá en el futuro corregir deficiencias genéticas -dice Zaballos-, producir nuevas variedades de antibióticos -afirma Bautista- o modificar proteínas que acaben con el problema de los celíacos, añade Bernardo Schvartzman, profesor del Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Coinciden los tres investigadores en que la labor multidisciplinaria de EE.UU. y Europa simplificará el trabajo y así “resultará muy fácil introducir nuevos elementos o bien eliminarlos”.
Para el catedrático José Manuel Bautista, este desarrollo tiene cierto paralelismo con la construcción del primer coche Ford T en una cadena de montaje: a partir de ahora el investigador podrá decidir si quiere fabricar un auto deportivo, uno familiar, etc.
Según Schvartzman, cuyo laboratorio trabaja con cromosomas artificiales de levadura, pero desde una estrategia distinta, se retiraron elementos superfluos (ADN “basura”) y se dejó lo mínimo necesario para que el cromosoma sea funcional.