En sus hombros cuelga un bolso, lo abre con prisa. En su interior hay una serie de envases; los saca y prepara la goma. No tiene mucho tiempo. Hay que hacerlo rápido. Una mirada a los lados para confirmar que no lo vean y empieza el trabajo.
Sebastián Lazo, de 28 años, contiene la respiración y pega el periódico en una pared. Él es parte del Colectivo Matilde y cada inicio de mes difunde el Diario Urbano pegándolo en las paredes de Cuenca en jornadas nocturnas. “Hay que recuperar los espacios de la palabra”, dice.
Se frota las manos para calentarlas. Lleva una gorra de lana y un impermeable; la noche está fría, ya pasan de las 22:30. Luego de soplar sus manos para calentarlas se pone unos guantes y saca un papel impreso en blanco y negro.
Poemas, fotos, ilustraciones, cuentos y cualquier otra manifestación artística susceptible de imprimirse tienen cabida en estas hojas (formato A3) que invitan al transeúnte a ver, a leer, a deleitarse con propuestas estéticas.
Juan García es otro de los artífices del Diario Urbano. En la parada que hacen en el puente de la palabra (Parque de la Madre), él cuenta que le dicen así porque “ese puente hablaba”. Tenía escritos en las paredes: frases para novias, poemas y no faltaba el ‘yo estuve aquí’. “Por eso lo declaramos nuestro, de la gente, para poner nuestra palabra”, dice este mexicano que ya vive nueve de sus 34 años en la capital azuaya.
De repente por el puente pasa un patrullero. Dos policías van dentro, los quedan mirando. Pocos segundos de tensión y se van. Ya está pegado el primero de los 15 periódicos que deben colocar en las casi dos horas que dura el recorrido, que ahora hacen en auto, pero que empezaron a hacer a pie hace un año y ocho meses.
El segundo punto de la noche está cerca de la Universidad de Cuenca. En la puerta de la institución hay dos parejas: una conversa mientras la otra se besa. Llueve, ya son las 23:00; cruzando la calle está el río Tomebamba, que torrentoso pone sonido a la noche. Las miradas de la poca gente que pasa caen en esos siete minutos que les toma pegar el ejemplar.
El nombre del colectivo salió en las primeras reuniones. “Alguien dijo Colectivo Matilde y nos gustó”, cuenta Sebastián. El medio está abierto al público y no tiene temática. La idea es que la gente les envíe sus trabajos por e-mail (que consta en cada edición) y tenga la oportunidad de expresarse.
Se acerca la media noche, fue una jornada tranquila. Solo un policía en una dependencia estatal salió a preguntar qué hacían. La respuesta fue: “Nada, solo pegamos un periódico para que usted también lo lea”. El hombre, de camuflaje gris, calló y miró. Quizá hoy ese periódico ya fue retirado.
El periódico va a otras ciudades
El periódico también está en las paredes de Ambato, Riobamba, Loja, Quito y Montecristi. Vía Internet se generaron alianzas con otros colectivos de esos sitios. Con ellos coordinan la difusión del periódico.
Los miembros del Colectivo, Juan García, Sebastián Lazo y Pablo Ramos, se reúnen todos los lunes y martes para organizar textos, fotos, ilustraciones y el diseño. Son diseñadores gráficos y comunicadores; financian el proyecto de su bolsillo.
El colectivo también realiza actos como conciertos y encuentros. Por la cantidad de información que les llega al e-mail se discute la posibilidad de que la publicación sea cada 15 días y así no se represa el material que les llega cada mes.
La edición que se pegó/publicó el pasado martes fue la número 17. En algunos lugares los periódicos se acumulan. En otros lugares, como un punto que está en las paredes del Municipio, es retirado al siguiente día.