Dimitri Barreto P.Editor de Judicialdbarreto@elcomercio.comLa pequeña María (nombre protegido) narraba al reportero del canal incautado cómo había sido secuestrada, amenazada de muerte y violada en un terreno agreste de Pascuales, Guayas. En la televisión se escuchaba su voz, entrecortada, en ‘shock’, de pánico. Las víctimas están desprotegidas, porque en la Justicia son forzadas a revivir sus episodios traumáticos y, de esa manera, son revictimizadas. Cuando se trata de niños el impacto es mayor, pero lo más grave es que esa agresión no solo se registra en el Sistema de Justicia, sino también en los medios de comunicación.Según la Ley, formas de maltrato a los niños son la perturbación emocional, la alteración psicológica o la disminución de la autoestima, porque trastornan su desarrollo.El Código de la Niñez y Adolescencia puntualiza que los niños víctimas de delitos declararán en forma reservada y en condiciones que respeten su intimidad, integridad física y emocional; en presencia de sus padres o tutores. Prevé que los menores sean sometidos a exámenes una sola vez dentro del proceso judicial. Prohíbe la publicación de noticias, historias de vida o cualquiera otra expresión periodística con imágenes o nombres propios de niños, niñas o adolescentes víctimas de maltrato o abuso.Con María, se protegió su identidad, pero se vulneró su integridad emocional. Una niña de 12 años, revictimizada. La ética es servir a la comunidad y eso implica ponerse en los zapatos del otro, de la gente, de los niños. Una premisa que olvida la mayoría de medios y periodistas.