El presidente Rafael Correa terminó abriendo un espacio en el que se había anunciado como una agenda copada, para reunirse con el secretario adjunto de Estado de Estados Unidos para Asuntos Hemisféricos, Arturo Valenzuela. ¿Hasta qué punto es una señal de un cambio en la ideologización que sigue pesando en el manejo de la política exterior?
El gobierno de Barack Obama ha enviado varios mensajes a Correa; la Presidencia de la Unasur en manos de Ecuador ha sido uno de los motivos para los contactos en los cuales ha tenido un papel gravitante la secretaria de Estado, Hillary Clinton. La visión sobre el desarrollo o la preeminencia de lo civil sobre los organismos de inteligencia en temas de seguridad, son algunos puntos de concordancia.
Si se suma el hecho de que se trata del primer socio comercial, se entiende que Correa haya escuchado a algunos ministros interesados en sacar adelante la relación.
En esta etapa, tal como lo tienen claro los diplomáticos de carrera, la animadversión en Estados Unidos no se genera en el Gobierno, sino en el cabildeo de empresas y sectores políticos que se ven perjudicados por acciones emprendidas por el Ecuador.
El pragmatismo en función de los intereses comunes obliga a ponderar el discurso político en el frente externo. Correa lo tiene claro, pero la pregunta es si la Cancillería está lista para enfrentar este reto.