La solidaridad universal mostrada a favor del brasileño Dani Alves, futbolista del FC Barcelona español, es la oportunidad para abanderarse de una campaña contra el racismo, en toda escala, en el país.
Y que sea el fútbol, por ser masivo y el más popular en el país, para empezar a enseñar a la ciudadanía y a los aficionados futboleros del respeto para los afroecuatorianos, en general.
Es inadmisible que aún en los estadios se escuchen insultos y agravios repudidiables contra los deportistas que cada fin de semana representan a un equipo de fútbol, a una institución y a miles de familias. Parecía que había una tolerancia y respeto a las personas, después de las clasificaciones que logró la Tricolor a los tres mundiales de fútbol, en donde la base de esos planteles son futbolistas afroecuatorianos.
Es vital dar un giro en acciones y procedimientos. Aquí es necesaria la participación de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), entidad que anteriormente puso en práctica una normativa, con sanciones y multas, para los equipos, en caso que los aficionados denigren a las personas que están en una cancha. Pero los comisarios o los inspectores de los partidos del Campeonato, delegados a cumplir la función de vigilancia, usualmente, omiten este capítulo en sus informes, talvez por desconocimiento.
Pero es necesario que las autoridades principales del balompié en el país, en conjunto con el Ministerio del Deporte, sean más severas en todas las áreas para que hayan precedentes contra aficionados díscolos que van a los escenarios a proferir insultos contra los deportistas. No basta con sanciones tibias, sino que es necesario ser más radicales.
En ese camino también es prioritario que se intensifiquen las campañas en los medios de comunicación, públicos y privados, como parte de un proyecto de corto y largo plazo, en la que sean los mismos deportistas los que difundan los mensajes contra el racismo.