Todo cambio implica tiempo, perseverancia, paciencia. Marchas y contramarchas. Mucha osadía.
El reto que asumió Jorge Luis Pinto con el objetivo de renovar el primer plantel de El Nacional se inscribe dentro de esas variables. Y tiene, como toda cirugía, sus riesgos implícitos.Las cartas que juega el director técnico colombiano en este operativo son audaces. Ayer, por ejemplo, dejó en el banco de suplentes a jugadores con mucho currículo como Wellington Sánchez, Michael Jackson Quiñónez y Edmundo Zura.
Es más, futbolistas que a principios de año llegaron con grandes proyecciones como Christian Suárez y Édison Preciado, ni siquiera fueron convocados en la nómina de 18 jugadores que exige la reglamentación.
Sin embargo, Pinto no es ningún ingenuo y sabe que camina sobre tierra fértil. Varios de los jóvenes que actuaron ayer defendiendo la divisa militar tienen futuro alentador: los mediocampistas centrales Jefferson Villacís y Flavio Caicedo, el mediapunta derecho Elvis Pata y el centrodelantero Marlon De Jesús.
El marcador central Fricson Erazo fue ayer una revelación. Rápido, ágil, certero y bien ubicado, se encargó de frenar con solvencia al argentino Hernán Barcos y al uruguayo Juan Manuel Salgueiro, quienes comandaron el ataque blanco sin éxito.
Ayer, Pinto se aferró a su libreto y tuvo el atrevimiento de colocar una plantilla muy joven frente un rival consolidado, maduro, planificado y con muchos nombres, como Liga de Quito.
Y no le fue mal. En parte porque sus jóvenes trabajaron con eficacia; y, en parte, porque el desempeño de la U dista mucho de ser el que quieren su director técnico Edgardo Bauza y los exigentes seguidores azucenas.
Y aunque todavía sigue invicta y segunda en la tabla de posiciones del campeonato nacional, la U no está jugando bien. Así de simple.
La Liga actual dista mucho de ser ese equipo arrollador, sincronizado y ganador que obtuvo las copas Libertadores y Sudamericana y que derrotó – a equipos de la categoría de Fluminense, América de México o San Lorenzo.
Con estos antecedentes, el partido que protagonizaron ayer en el estadio Olímpico Atahualpa albos y criollos no tuvo altisonancias ni salidas de tono. El trámite del encuentro tuvo, más bien, un desarrollo lógico: Liga atacando en mayor cantidad pero sin eficiencia; El Nacional defendiéndose con orden y sacrificio y contragolpeando con peligro.Eso en el segundo tiempo, porque el primero tuvo un trámite frío y descoordinado, lleno de imprecisiones y desajustes.
El campo de juego, mojado y resbaladizo por acción de la constante garúa que cayó durante el desarrollo de los primeros 45 minutos, colaboró con las imprecisiones y los desajustes. Por momentos, la pelota parecía un jabón y los jugadores perdían fácilmente la estabilidad.
Fueron 45 minutos sosos y desabridos que los 8 500 asistentes al coso de El Batán soportaron sin una queja; sin un silbido de desagrado; sin gritos destemplados.
Poco fútbol y mucho aburrimiento. Solo dos acciones se pueden rescatar en esta etapa: a los 30’ Juan Manuel Salgueiro ganó las espaldas de los defensas militares pero su izquierdazo fue detenido con el cuerpo por el portero criollo Rorys Aragón; a los 43’, Marlon De Jesús desperdició un mal rebote albo en las 18 yardas y disparó a las nubes.
El segundo período tuvo mejor cariz, ya sea porque los dos equipos mostraron mayor aplicación y mayor dinámica; y también porque el estado del gramado mejoró cuando dejó de caer la inoportuna y molesta llovizna.
Los primeros diez minutos de la segunda etapa, en los que Liga dominó con holgura y amenazaba con abrir el marcador, hicieron que Pinto detenga su proyecto renovador por 35 minutos y eche mano de jugadores con mayor experiencia para frenar la avalancha blanca. Entonces ingresaron Michael Jackson Quiñónez, Wellington Sánchez y, posteriormente, Edmundo Zura.
El ingreso de los tres futbolistas no frenó totalmente la embestida blanca pero aportó con un arma ofensiva que despertó las alertas en la retaguardia alba: los disparos de media distancia de Quiñónez, dos de los cuales (minutos 66 y 73) llevaron peligro.
En el campo militar, en cambio, los integrantes albos atacaban y atacaban, pero sin puntería. Y cuando la mira estaba bien dirigida y parecía que los balones se dirigían a la red apareció la figura del portero militar, quien se encargó de ahogar el grito de gol de los integrantes albos y de la mitad de los asistentes al Olímpico.
Al final, el cero a cero no fue un premio sino un castigo para dos elencos que necesitan puntos.
La figura
Rorys Aragón tuvo una jornada perfecta
Temperamental, carismático y hasta alocado a veces, ayer el portero militar estuvo inspirado. La atajada que realizó en el 78’, cuando desvió un misil disparado por William Araujo que buscaba el ángulo superior derecho, vale un partido. Le sacaron una tarjeta amarilla.
La contrafigura
Hernán Barcos no recupera la confianza
El goleador argentino, que en las primeras fechas encandiló con su fútbol y su eficacia, está apagado. Aún no se recupera, física y emocionalmente de las lesiones de los últimos tiempos. Ayer perdió un gol cantado a los 71’ , cuando se dejó sacar la pelota por Castro en el área.