Los vientos empujaban una enorme mancha de petróleo hacia la costa estadounidense del Golfo de México, mientras el gobierno del presidente Barack Obama redoblaba la presión para que BP Plc detenga el descontrolado derrame de un pozo subterráneo.
Obama, quien busca desviar las críticas respecto a que pudo haber respondido antes al enorme derrame que amenaza con convertirse en una catástrofe económica y ambiental, viajó a Luisiana. El fin fue supervisar los esfuerzos para contener la mancha.
En comentarios que resaltan lo que podría ser el peor derrame de petróleo en la historia de Estados Unidos, el secretario del Interior, Ken Salazar, dijo que en el peor de los casos el crudo derramado podría llegar a 100 000 barriles por día (4,2 millones de galones o 15,9 millones de litros). Un enorme aumento sobre los estimados oficiales de 5 000.
“Nuestro trabajo, básicamente, es mantener una bota en el cuello de la petrolera británica para que asuma las responsabilidades contractuales. El propósito es aunar esfuerzos para detener el derrame”, dijo Salazar en el programa ‘State of the Union’ de CNN.
El funcionario indicó que no había duda que un mecanismo que debió evitar que el petróleo brote del pozo de BP era defectuoso. Los pronósticos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) reconocieron que era inevitable que el petróleo filtrado desde el Golfo de México alcance la costa de Estados Unidos. También que posiblemente llegará a las costas de Luisiana, Misisipi y Alabama, impulsada por vientos del sur.
La proyección indica la posibilidad de alguna acumulación de petróleo en parte de las islas Chandeleur, en el borde del delta del Misisipi. Las islas periféricas son el sitio del refugio Nacional de Vida Silvestre Breton, hogar de grandes colonias de aves.
Aunque la Guardia Costera extendió cientos de miles de metros de barreras protectoras para contener la mancha, que son ubicadas en el agua y absorben el petróleo, fuertes vientos y marejadas han interferido el despliegue de las barreras plásticas. También los esfuerzos de barcos y aviones para rociar con dispersantes químicos al petróleo.
“Encima de eso, vamos a tener algunas tormentas bastante fuertes. Son justo las peores condiciones. Cuando uno tiene mares como esos, es difícil que se saque a los barcos, y los vientos afectan a los aviones”, explicó Ken Graham, jefe de la oficina del Servicio Meteorológico Nacional en Nueva Orleans.
Se calcula que el costo de la operación y el posible daño que podría causar el derrame serían de miles de millones de dólares.