En 2015, letreros de “Se vende” cubrían los inmuebles cerca de los ríos Santa Clara y Pita, en el valle de Los Chillos. Tras el inicio de la actividad eruptiva del volcán Cotopaxi en ese año, el negocio inmobiliario decayó en la zona y la alarma se enciende de nuevo entre sus vecinos.
Marisol Orqueda fue una de las primeras personas en poner a la venta su casa de tres pisos en el sector de Selva Alegre, cuando se decretó la alerta amarilla en aquella ocasión. “En buena hora que no logré vender”, admite siete años después.
En ese entonces pretendía venderla casi a la mitad de su valor comercial. Todo por el miedo de perder el trabajo de sus padres heredado en aquella vivienda de tono blanco.
Desde octubre de este año, el Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias declaró al volcán en alerta amarilla una vez más. Y aunque la actividad eruptiva no ha pasado de ser moderada, los habitantes de las zonas de riesgo ya se preparan para lo que pueda ocurrir.
Para Fausto Hidalgo, director de Gestión de Riesgos del Municipio de Rumiñahui, lo ideal es el trabajo con la comunidad para prevenir el pánico colectivo. Desde este año, ese gobierno ha implementado un plan de respuesta ante un evento volcánico.
“Lo que hacemos es una inspección en territorio para que la comunidad se mantenga informada”, explica. Asegura que por eso, en esta ocasión no se ha caído en un nivel de alarma desmedida entre la gente.
Brigadas vecinales
Precisamente, los vecinos son los actores principales en la prevención y trabajo frente a la actividad eruptiva del Cotopaxi. Todos han sido aleccionados y dotados de insumos para enfrentar una emergencia.
Martha Chicaiza tiene 49 años y lleva un año capacitándose con el GAD de Rumiñahui para trabajar en favor de su barrio. Ha sido instruida en primeros auxilios, simulacros de evacuación y elaboración de la mochila de emergencia que deberían tener todos los hogares.
“Es una oportunidad para que el ciudadano común se vuelva la persona mejor preparada que se pueda, incluso para salvar una vida”, señala. Fue la idea de apoyar a sus vecinos lo que la motivó a participar junto a una docena de voluntarios del barrio Loreto, del sector de Los Chillos.
El gobierno local de esa zona, junto con el Programa Mundial de Alimentos, entregó un megabotiquín con todos los implementos necesarios para atender una catástrofe. También se proveyeron megáfonos e implementos para medir el nivel del agua y otros factores.
Chicaiza afirma que también han implementado una “escuelita” para niños de 12 años. El objetivo es que crezcan preparados para convivir con “nuestro hermoso volcán”.
Entre Quito y Rumiñahui hay alrededor de 35 brigadas de riesgos y emergencias. Y aunque no son suficientes, las autoridades de ambos cantones planean conformar más grupos y llevar a cabo simulacros para estar preparados.
En la capital, Freddy Nieto, director Metropolitano de Gestión de Riesgos, recuerda que la ciudad es propensa a desastres naturales. Por ello se ha trasladado un proyecto de ordenanza al Concejo de Quito, para tener una hoja de ruta clara para seguir y sensibilizar a la ciudadanía.
A través de organismos más pequeños, en los barrios se podrán trasladar los planes de acción ante una emergencia. Y con ello promover que sean los vecinos los que generen el cambio en cualquier escenario.
Para Miriam Criollo, presidenta del barrio Osorio, en el sur de Quito, se trata de una estrategia que les ha permitido vivir con calma. En 2019 sufrieron un aluvión y gracias al nivel de respuesta todos sus vecinos salieron bien librados.
Los temores ciudadanos
Los habitantes del valle de Los Chillos temen que no puedan salir de sus hogares en caso de una erupción de proporciones. Esto debido a que varias de las arterias viales principales están cerradas por trabajos de repavimentación y alcantarillado.
Nieto afirma que son obras necesarias, pero para tranquilidad de la población, agilitarán los trabajos y extenderán los horarios para despejar las calles. También manifiesta que las alarmas serán sincronizadas para tener más alcance y comunicarse activamente con los vecinos.