Con un retraso de 45 días, Tomás Quinto, de 75 años, empezó a preparar sus dos hectáreas para cultivar el arroz de verano. Sus manos removían el lodo para formar hileras donde colocaría las semillas. Junto a su parcela estaba también Jaime León, quien preparaba sus tres hectáreas en el sector de Valdivia, en el cantón Daule (Guayas), el viernes pasado.
Quinto y León, junto a seis agricultores, realizaron su última cosecha de invierno a inicios de mayo, pero recién les pagaron a mediados de junio. “No había plata para volver a sembrar porque se demoraron en pagar por las 80 sacas. La última cosecha fue muy baja por el exceso de agua”.Quinto sostuvo que por cada saca le cancelaron USD 18, cuando el precio oficial era de USD 28.
Para la nueva siembra invirtió USD 1 000. Los bajos precios no impidieron que los arroceros volvieran a sembrar. Ahora la gramínea se cotiza en USD 26 y 27 ya que no hay mucha cosecha.
A pocos kilómetros, una docena de trabajadores recogía de los semilleros las plantitas pequeñas de arroz para sembrarlas en las zonas de Mangle (Santa Lucía).
Francisco Salas, arrocero, espera que esta cosecha sea mejor que la anterior, que fue afectada por las plagas que se multiplicaron por el exceso de agua. “Los agricultores esperábamos una gran cosecha, pero todo se vino abajo con la última lluvia, en mayo pasado. Los vientos destruyeron una gran parte de los cultivos”.
Los gremios arroceros calcularon para esta temporada una sobreproducción de 300 000 toneladas, pero creen que ya no habrá excedentes.
Francisco Barzola, presidente de la Asociación de Arroceros de Daule, dijo que los niveles de productividad de la última cosecha fueron los más bajos del sector.
Eso se refleja en las escalas de producción, que para la cosecha de invierno fue de 450 000 toneladas, cuando se esperaba más de 700 000. “Los arroceros cosecharon un promedio de 35 sacas por hectárea, cuando lo normal es más de 50. Con esas cantidades no podemos competir ”.
Según el arrocero Álex Ronquillo, el invierno redujo la producción en un 42% y eso afectó la productividad, ya que el área de siembra fue la misma (230 000 hectáreas). “Ya no se puede decir que hay una sobreproducción ni que los precios están bajos. La nueva cosecha será clave para el agricultor recupere lo que perdió en la anterior”.
Para Ronquillo, la preocupación no es por el invierno sino también por la urea que entregó el Estado, pues sospecha que no tuvo el efecto deseado en los rendimientos del cultivo. “Vamos a realizar análisis a las plantas que utilizaron el producto estatal para ver si no afectó su rendimiento”.
Barzola también añadió que el sistema de comercialización, a través de la Unidad Nacional de Almacenamiento (UNA), fue perjudicial para los pequeños agricultores que no pudieron vender su gramínea a precios oficiales. “Solo los medianos y grandes productores aprovecharon la compra estatal. El resto tuvo que venderlo a las piladoras e intermediarios a bajos precios”.
Quinto no acudió a la UNA porque había que esperar dos días en la almacenera y pagar un flete de USD 2 por saca. “Prefería vender a los comerciantes, aunque también demoraron en pagarme”.
Hasta la fecha la UNA ha comprado más de 120 000 toneladas. Su gerente, Eduardo Bejarano, dijo que se han beneficiado entre 9 000 y 10 000 agricultores pequeños y grandes. “Seguimos comprando arroz, pero en estos días ha bajado la entrega por parte de los agricultores. Es verdad que hay retrasos en los pagos, mas es porque se hace a través del Banco Nacional de Fomento, sin embargo, eso va a cambiar”.
Otro reclamo de los arroceros es la calidad de las semillas que no ha mejorado. Barzola sostuvo que el Iniap no ha entregado un grano que mejore la productividad. “Los pequeños arroceros utilizan las semillas de sus vecinos y no tienen las certificadas”.
La venta a Venezuela se frena
Con la baja producción arrocera de la cosecha de invierno, se pueden frenar las exportaciones previstas para estos meses. El Gobierno calculaba exportar 150 000 toneladas (t) a Venezuela, ya que se calculaba que había un excedente de 300 000 t.
Hasta el momento se embarcaron 35 000 al mercado venezolano y en esta semana saldrían
15 000 más. Los puertos de embarque del grano fueron Andipuerto y Trinipuerto.
Rosa Lema, presidenta de la Corporación de Industriales Arroceros, contó que la exportación de gramínea ya no será necesaria porque no habrá excedentes. “La UNA solo pudo completar las 100 000 toneladas y es posible que no alcance a exportar las 150 000 previstas. Los centros de acopio ya no están llenos de arroz y eso significa que no está saliendo el grano del campo”.
Eduardo Bejarano, gerente de la UNA, dijo que existen 70 000 toneladas almacenadas en los silos y que ya se exportaron 35 000 a Venezuela.
“La idea es llegar a 150 000 y si es posible se complementará con la cosecha de verano, que será en octubre próximo”.
Según Álex Ronquillo, arrocero y dirigente de Daule, para exportar constantemente se deben mejorar las escalas de productividad. “Lo mínimo que debe producir un arrocero es 70 sacas por hectárea para abrir los mercados de Colombia y Brasil”.
Ronquillo recomienda que los créditos del Banco Nacional de Fomento tengan una tasa de interés del 7% y que se elimine el seguro agrícola. “El seguro no ayuda en nada. Solo aumenta los gastos de producción y del crédito”.