Es muy difícil que México ofrezca dos partidos consecutivos jugando bien al fútbol y ayer ante Uruguay no fue la excepción.
Frente a los franceses se había tenido un magnífico desempeño y contra los charrúas se regresó a “lo mismo de siempre”: un equipo desconcentrado, inseguro en la zaga, con poca creatividad, produciendo escazas oportunidades de gol y lo más grave, fallando las más claras que tuvo.
Desde el momento en que saltaron a la cancha, la incertidumbre se adueñó de todos los aficionados mexicanos; toda vez que el ‘Vasco’ Aguirre volvió a las andadas y neciamente mantuvo en el ataque a Guillermo Franco. Igualmente, la alineación inicial incluía a Cuauhtémoc Blanco, a quien venía utilizando como cambio faltando unos 20 minutos.
Debemos reconocer que hubo un penal en favor de México al inicio, cuando Lugano empujó a Blanco, impidiendo que rematara de cabeza, lo que se le escapó al árbitro húngaro Viktor Kassai.
Del mismo modo, México tuvo enfrente a un rival de mucho oficio, bien parado en la defensa; desdoblando con rapidez y verticalidad al frente. Sin temor a equivocarme, me parece que el principal responsable (por no decir culpable) de la derrota, tiene un nombre: Javier Aguirre.
En el medio tiempo, cuando nos enteramos de que Sudáfrica ganaba 2-0 a Francia, sentimos que’ “cerca pasó la bala”. Se logró la clasificación; pero, un sabor amargo queda en la boca de los mexicanos. Para acabarla de amoldar, el domingo, en octavos se enfrentará nada más y nada menos que a Argentina, de quien ya somos clientes y es uno de los candidatos para ceñirse la corona. Ni hablar’ nos tocó bailar con la más fea.