Más del 80% de los cohetes, satélites y otros vehículos lanzados al espacio desde 1957 se encuentran en la órbita terrestre, sin cumplir ninguna función.
Es basura cósmica que se mueve a velocidades que oscilan entre 8 y 10 km por segundo, como lo revela un reciente informe publicado por la NASA.
A esta velocidad, cualquier objeto, por más diminuto que sea, puede causar serios daños a una nave espacial tripulada.
El astrofísico Ericson López, director del Observatorio Astronómico, advierte que esta velocidad proporciona a las pequeñas partículas gran energía cinética, capaz de destruir paneles solares y los componentes electrónicos de los satélites que están en órbita.
“Los cuerpos mayores pueden destruir completamente a un satélite. Estos cuerpos, por lo general, provienen de los restos de colisiones entre aparatos abandonados”. López precisa, además, que la NASA monitorea con frecuencia el espacio para saber la distribución de esta basura cósmica, que representa un gran peligro en los viajes espaciales.
Los telescopios y los radares son herramientas indispensables para realizar este trabajo.
Hace ocho años, la NASA solicitó la colaboración del Observatorio Astronómico, ubicado en el parque La Alameda, en el centro de Quito, para instalar uno de estos telescopios, dedicados al rastreo de la basura cósmica. Se trataba de un telescopio vertical de espejo líquido de mercurio.
Se pretendía iniciar el rastreo con un telescopio de 1 metro y luego con uno de 5 metros. López explica que este proyecto no pudo avanzar, porque las condiciones climáticas, propias de la latitud ecuatorial, no eran las más adecuadas (alta nubosidad).
La basura cósmica, según la NASA, se incrementó un 20% durante el 2009 y ya son más 15 000 los escombros que representan una amenaza para los equipos y personas en la órbita terrestre.
De acuerdo con un artículo publicado en la revista Science, gran parte de esta chatarra espacial se acumula en las órbitas bajas, hasta una altura de unos 2 000 km sobre la superficie terrestre, y en la órbita geoestacionaria, a una altura aproximada de 36 000 km.
El año pasado, los astronautas de la Estación Espacial Internacional evacuaron durante 10 minutos la instalación y se refugiaron en la nave rusa Soyuz, ante una lluvia de escombros procedentes de un supuesto motor satelital.
La acumulación de desperdicios espaciales es un tema que preocupa a las naciones más desarrolladas. En el 2009, en Alemania, se realizó la Conferencia Europea sobre Basura Espacial.
En esta cita, los expertos concordaron en que este tipo de basura se ha acumulado a lo largo de los últimos años a medida que los usos científicos y comerciales del espacio se expandieron.
Ericson López señala que esta chatarra no representa riesgos para la Tierra, porque la atmósfera actúa como un escudo protector. Esto significa que al entrar en contacto con la atmósfera densa, la basura se quema por fricción.
“En las épocas de máxima actividad solar, la atmósfera se agranda y en este proceso atrapa a estos cuerpos nocivos, quemándolos”.
Hoy en día, el mayor desafío para los científicos es localizar esta basura cósmica con el propósito de evitar posibles colisiones con vehículos espaciales.