Ocho son los trabajos que conforman el Salón de Julio 2010. El jurado decidió el ingreso de esta cantidad, de entre 132 propuestas enviadas para el concurso, porque son las que, a su criterio, elevan de manera clara el prestigio de este concurso.Las obras seleccionadas, entre ellas las tres ganadoras, están en el Museo Municipal. Hay una tinta acuarela, dos acrílicos y un óleo. También, lana policromada, un libro con textos borrados con corrector, plásticos y cintas adhesivas envueltas sobre lienzo y una ventana hecha con pintura removida de la pared.
Esta diversidad, al igual que la mostrada hace algunos años, dan cuenta que el Salón de Julio ya no es un espacio para la pintura propiamente dicha y que se amplió a otras propuestas, más conceptuales.
Melvin Hoyos, director de Cultura y Promoción Cívica de la Municipalidad de Guayaquil, que tiene a su cargo la organización de este concurso, puntualiza que el Salón de Julio es de pintura. Esa es parte de su identidad y así se mantendrá.
Por ello, dijo Hoyos, revisará las bases a profundidad para que ello se mantenga así. “Para otro tipo de expresiones más contemporáneas y otras propuestas está el FAAL (Festival de Artes al Aire Libre), organizado también por el Municipio, en octubre.
Hoyos aclara que esta posición no es conservadora. De hecho, expertos como el colombiano Jaime Cerón han señalado que el mantener esta identidad es importante para garantizar la calidad del concurso que, en este año, llegó a la edición 51.
“El jurado no fue informado enteramente de la naturaleza del concurso. Me han hablado de que se trata de pintura expandida, pero creo que este argumento resulta un poco forzado”, señaló Hoyos.
Para el crítico Mirco Rodic esta tendencia del llamado arte conceptual ha estado presente en las últimas seis ediciones del Salón de Julio. “De por sí, este tipo de arte no es malo. Lo que pasa es que si estamos hablando de un salón de pintura se debe mantener así. Y lo que se puede hacer es crear salones paralelos para albergar este tipo de nuevas propuestas”, señaló.
Rodic plantea que hay una tendencia que se está imponiendo en el Salón de Julio. Por ello, incluso, el número de participantes se ha ido reduciendo, como ha ocurrido en este año.
Según el artista Marco Alvarado, es bueno que el jurado en este concurso haya sido riguroso. Y que solo ocho trabajos sean consideración para la exposición. “Los trabajos son de buen nivel”.
Al referirse a que algunos de las obras seleccionadas no sean pinturas propiamente dichas, Alvarado aclara que esto responde a un fenómeno internacional que comienza con arte conceptual, en la década de los 60. Sin embargo, en el caso del país, “considero que se trata de una forma bastante sutil y camuflada de colonización, que viene hacer una transnacional ideológica. que relega a las bellas artes”.
Las técnicas pictóricas son reemplazadas por el manejo de la imagen que en cualquier escuela de diseño se enseña a manejar. No hay una identificación. Lo que cabría preguntar, dice, es a quién le toca impulsar que se enseñen las bellas artes. Eso mucha gente quiere ver, dice.
Los ganadores
El primer premio. Manuelita sin gasofa es una tinta acuarela de la cuencana Mayra Silva. Tiene 28 cm por 170.
El segundo premio. Oscar Santillán presentó La habitación impasible. Hecha con pintura removida de la pared.
El tercer premio. Oswaldo Terreros presentó esta lana policromada. Mide 2,80 por 1,70. No tiene título.
Armas de destrucción masiva es un óleo sobre lienzo de la autoría de Patricio Ponce. Tiene 1,20 por 1,65.
Ricardo Coello tituló a su trabajo Historia del arte de E. H. Gombrich. Son correcciones hechas sobre un libro.