A pesar de que Shakira conquistó (nuevamente) el mundo futbolero con el Waka Waka, que me tiene más podrido que las mismas vuvuzelas, me uno a la mayoría: lo más importante de este Mundial es lo que ha venido haciendo Sudamérica.
No es novedad lo que digo. Todos lo han sostenido de tal manera que el orgullo brota por todas partes y hasta llegamos a decir que es la mejor participación de Sudamérica en la historia de los mundiales, porque por primera vez somos más que los europeos en cuartos de final.
La verdad es que no lo veo así porque siempre han sido más los europeos que están en el Mundial. Entonces, era obvio que se clasificaran más. Es algo que siempre me ha enfadado: ¿por qué tienen más derecho a jugar? ¿Porque son más países?
Me dicen algunos que se debe a que el fútbol europeo es más fuerte y poderoso que el sudamericano, pero lo cierto es que los títulos están repartidos entre los dos continentes. Y a la final, de los europeos, siempre ganan los mismos: Italia y Alemania. Claro que están Francia e Inglaterra. Pero los sudamericanos, siendo siempre menos, tenemos tres campeones: Brasil (¡por Dios, ese equipo no deja de ganar!), Argentina y Uruguay.
Si alguien me discute que Uruguay no es lo que era, yo digo que Inglaterra tampoco, aunque siempre le demos el inmerecido lugar de favorito. Y de Francia, ahora lo sabemos, habrá que ver si puede vivir sin Zidane, algo que le pasó a Brasil sin Pelé y todavía a Argentina sin Maradona.
Ante esta injusticia distributiva propia del mundo capitalista (¿vieron que en fútbol también se puede ser socialista?), de caída del mundo financiero (¿se imaginaron ver tanto griego en Sudáfrica?) y su expresión en la cancha (nada más sobrevaluado que Cristiano Ronaldo), Sudamérica hace un alto.
Ya que futbolísticamente nadie me ha explicado bien por qué estamos mejor en Sudáfrica, me atrevo a lanzar mis conjeturas, que no tienen nada que ver con la pasión nuestra por este deporte.
Supongo que este es el primer y verdadero éxito de la Unasur. Pase lo que pase este fin de semana, es nuestro ‘ñaca ñaca’ contra los poderes fácticos internacionales. Nos miran como simples productores de materia prima y consumidores de materia elaborada. He ahí nuestra mejor gambeta: ellos creen que es así.
Pero son ellos los que trabajan y la plusvalía en los mundiales es nuestra. ¡Maña de Magaña!