Ocho velas encendidas se consumen en un altar improvisado delante de la casa de este pueblo del norte francés, cada una por cada recién nacido sofocado por su madre a sólo horas de haber dado a luz, una macabra historia que horroriza a los habitantes de la localidad.Gran parte de los 620 habitantes de este pueblo que describe a la presunta homicida, Dominique Cottrez, y a su marido, como gente “buena, discreta, sin historias”. “Estamos realmente conmocionados”, explica Catherine, que vive enfrente de la casa en donde vivía la pareja.Ayer, la vida de esta comunidad cambió por completo con policías y equipos de periodistas de radio y televisión que acudieron para relatar el peor caso de infanticidio que se conoce de la historia moderna francesa. Dominique Cottrez, enfermera de profesión, fue inculpada por “homicidios voluntarios de menores de 15 años” luego de contar a la Policía “que no quería más niños y que no quería ver a un médico para utilizar un método de contracepción”, según afirmó un fiscal local. Su marido, Pierre Marie Cottrez, carpintero y concejal ad honorem de 47 años, cuya inculpación había solicitado la Fiscalía, fue puesto en libertad. Negó estar al tanto de los homicidios que tuvieron lugar entre 1989 y el 2007. La pareja fue detenida el martes e interrogada el miércoles. Ayer fue trasladada al Palacio de Justicia de Douai. Dominique y Pierre Marie Cottrez son padres de dos veinteañeras, que a su vez tienen niños. Todo comenzó el sábado pasado, cuando los nuevos dueños de una casa que hasta hace dos años pertenecía a los padres de Dominique Cottrez alertaron a la gendarmería tras un macabro hallazgo. Cuando iban a plantar un árbol en su jardín, encontraron los restos de dos recién nacidos en bolsas de basura, enterrados.