Los picudos, peces de carne blanca de hasta 600 libras, son comunes en la zona de desembarco en la playa Tarqui en Manta.
“Estamos en la curva más alta de las capturas de picudo que empieza a fines de julio y se prolongará hasta mediados de noviembre”, refiere José Salazar, comerciante de pescado.
Los barcos de pesca artesanal salen hasta 20 horas en busca de este pescado. Cada nave lleva a remolque entre seis y ocho lanchas de fibra de vidrio, asegura Salazar.
Este no es un pez de exportación, se lo consume en su totalidad en el país. Los habitantes de Portoviejo se alimentan de picudo con mucha frecuencia; el 60% del producto se vende en la capital de Manabí, el resto se lo lleva a Quito, Ambato y Guayaquil, asegura Salazar.
Ayer en la playa de Tarqui desde las 06:00 hasta las 11:00, fueron desembarcados 350 cuerpos de picudos de las variedades blanco, rosado y plomo.
De lunes a viernes ingresa un promedio de 2 000 ejemplares, asegura el comerciante.
“Se compran los cuerpos, luego debemos filetearlos, posteriormente se forman bandejas de entre seis y 10 libras y se lleva a la venta en los mercados y supermercados en Portoviejo, Calceta, Chone, El Carmen, Tosagua y Guayaquil”, comenta Iván Cobeña, comerciante de mariscos.
En promedio, según Salazar, el precio de la libra de picudo está entre USD 1,10 y 1,30. Esta actividad mueve la economía de 5 000 personas que dependen directa e indirectamente de la pesca de esta especie.
Mauricio Lucas vive en la zona de Los Esteros. Cuando hay picudo en abundancia este estibador (cargador) se convierte en comerciante. “Tengo la oportunidad de comprar hasta 100 libras. Las vendo en la zona alta de Manta en los barrios Abdón Calderón y Santa Martha, me gano 70 centavos por libra, pues entregó los filetes listos para su preparación”, comenta Mauricio.
Wilson Arias compró ayer una pieza de picudo de 500 libras. Después de eliminar el hueso, la cabeza y la piel le quedaron libres 435 libras. Con la ayuda de su hermano José con cuchillo en mano en la playa rebanaron el cuerpo del enorme pescado hasta reducirlo a 40 porciones de 10 libras.
Todo se venderá en los mercados de Guayaquil. El hueso, la piel y las vísceras son depositados en tanques de plástico, luego se venderán para la fabricación de harina de pescado.
Lisandro Cedeño es un pescador artesanal. Desde hace un mes se dedicó a vender picudo. “Los peces que viven en las rocas parecen que se han esfumado o desaparecido, esa es mi pesca pero hace 60 días está escasa”, se lamenta el pescador.