Desde el 19 de enero cuando llegó a Buenos Aires y pasó la prueba en las divisiones inferiores en River Plate, el fútbol le está sonriendo a Juan Casares, nacido en Quinindé hace 18 años. El volante de enganche ecuatoriano jugó seis partidos, en los que metió tres goles, el jugador ya forma parte de la Reserva de los ‘millonarios’ y lleva varias prácticas con el plantel de Primera. Aunque a él emociona haber entrenado junto a Ariel Ortega, Matías Almeyda, Diego Buonanote y Marcelo Gallardo, “con quien hicimos algunas paredes y nos entendíamos”, aclara que no está en el primer equipo. “A veces ponen unas cositas demás. No estoy en Primera, he entrenado sí y aún no he jugado un partido oficial en Reserva”, dice Casares a EL COMERCIO. Llegó a probarse en el plantel de River acompañado de ‘Chiri’, como le dice a su representante José Luis Chiriboga. Lo vio el coordinador de divisiones inferiores Héctor Pitarch y de inmediato se quedó en el club. Desde entonces ha recibido elogios de Ángel Cappa, el técnico del equipo mayor, y César Laraignee, de la Reserva. “Es un volante de ataque, menudo, con gran técnica. Lo vi y me pareció un excelente jugador de futuro, no para este torneo, pero sí para River y su futuro. Me lo hicieron ver y me encantó. De vez en cuando entrena con nosotros”, dice Cappa a este Diario. Está en un proceso de aprendizaje y de fortalecimiento. Vive en la pensión de River. Tiene un almuerzo elaborado especialmente para él por el preparador físico Flavio Pérez. Toma vitaminas y realiza ejercicios para fortalecer y engrosar sus músculos.
Para Laraignee, “tiene lo más importante en un jugador de fútbol: humildad y sobre todo es bien criado, que para mí es algo fundamental. Es humilde y educado. Sabe escuchar. Está siempre muy atento y quiere aprender”. “Conversa muy poco; es muy callado, pero siempre con una sonrisa. Algunas palabras a veces le sacamos, pero no conversa mucho”, lo describe su técnico. “Siempre me gustó el perfil bajo”, se justifica ‘Juancito’ como le dice el técnico. “Soy callado, no me meto con nadie. Hablan y yo me quedo callado. Escucho, pero no opino. A veces digo algo. Me dicen tal cosa y ahí sí hablamos’”. Extraña profundamente a su tierra. Sus sobrinos (Nayeli, Josué y Carlita) le preguntan cuándo va a volver. Recuerda sus tiempos de ‘índor’, cuando era el más chiquito y jugaba siempre con mayores que le daban patadas. También extraña la comida. Cuando la nostalgia pega fuerte, Laraignee apela a un mismo consejo a jugadores extranjeros y del interior argentino: “vayan a casa y cuando tengan ganas de volver, vuelvan”. Aunque Juan “se la banca (soporta) muy bien”. “Es que amo el fútbol, es lo que más amo. Además, visto una de las camisetas más importantes del mundo: la de River Plate”.