Llegan sobre sillas se ruedas, muletas, bastones o caminando con dificultad. Son los alumnos con capacidades especiales que aprenden computación en Santo Domingo de los Tsáchilas.Una de las estudiantes es Nancy Martínez, de 42 años y afectada por una poliomielitis. Ella es parte de los 300 beneficiarios del Programa de oportunidades para el empleo a través de las tecnologías de las Américas (Poeta).
Martínez utiliza su silla de ruedas para ubicarse frente al computador. De inmediato atiende las explicaciones del instructor Oswaldo Bacusoy, un joven ingeniero en sistemas.
La clase es sobre cómo crear un archivo protegido con clave de seguridad en el programa Word.
Martínez sigue paso a paso las indicaciones. Le resulta fácil porque ya conoce algo sobre el procesador de palabras. “Necesito aprender más para mejorar los servicios”; ella trabaja desde hace dos años como recepcionista en el Gobierno Provincial de Santo Domingo de los Tsáchilas.
Patricia Cuenca, de 43 años, es otra alumna. Trabaja en el Banco Finca desde hace nueve meses. Se inició como digitadora y ahora es asistente operativa contable y lleva el archivo de contabilidad. Con el sueldo básico que gana mantiene a sus dos hijos, Marco de 7 años y Anita de 2.
En otra de las computadoras están Sergio Valencia y su esposa María del Carmen Farinango. Mientras practican, ella comenta que asisten para prepararse con miras a obtener un trabajo.
Valencia fue mecánico de precisión que sufrió un accidente de trabajo cuando tenía 26 años, hoy tiene 31. Él recuerda que en una ocasión trabajaba bajo un bus y al tratar de retirar una de las gatas hidráulicas, el automotor se le cayó encima. Se fracturó la columna vertebral y ahora usa silla de ruedas.
Pese a que fue un accidente de trabajo, solo recibió una indemnización de USD 1 000. No está afiliado al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. En la actualidad tiene un taller de copia de llaves . Su esposa labora en el Departamento de Jardines del Municipio local. Tienen tres hijos: Frixos (16), Obdón (11) y Asli (6).
En otro escritorio está Rogelio Quiñónez, de 24 años, junto con su vecino y amigo de infancia Eduardo Pinargote. Quiñónez fue atropellado a los 11 años y hoy tiene dificultades para caminar. Es comerciante de víveres.
Tras las clase de 19:00 a 21:00, los alumnos vuelven a sus casas en compañía de sus esposas , hijos o madres. Su afán es una inserción laboral. A eso apunta Poeta, ejecutado por el Patronato Municipal. Tiene el auspicio de Microsoft, la Organización de Estados Americanos y la fundación The Trust for the Americas. El aporte extranjero es de USD 16 000.