María Kodama fue la invitada de honor de la última edición de la Feria del Libro organizada por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, que se cerró ayer. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO.
El miércoles pasado, María Kodama volvió a entrar a la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. 40 años atrás lo hizo en compañía de Jorge Luis Borges. Llevaba puestos unos lentes de sol redondos, un vestido gris y un chaleco blanco, en cuyo centro colgaba un osito de color rojo. Sentada en una oficina del Centro Cultural de esta institución y de espaldas al Pichincha, dice que su aspecto relajado está en armonía con su actitud.
A Kodama no le incomoda que los periodistas le pregunten una y otra vez sobre Borges y la relación sentimental e intelectual que mantuvo con el escritor argentino. Todas sus respuestas parecen una especie de relatos cortos, pequeños cuentos a los que va poblando de anécdotas, incluso cuando es invitada a salir del libreto y hablar de otros temas, como su visión del paternalismo.
¿Se considera paternalista o antipaternalista?
Creo que cada persona tiene que hablar desde sus experiencias. Tuve la suerte de tener un padre maravilloso, que me ayudó a ser libre. Él nació, creció y se educó en Japón, así que creo que su sistema de enseñanza estuvo atravesado por la influencia de su cultura. Desde que era niña me enseñó que la libertad siempre incluye responsabilidad sobre lo que uno hace o deja de hacer.
¿Recuerda el momento en el que tuvo que poner en práctica las enseñanzas de su padre sobre hacerse responsable de su libertad?
Recuerdo que cuando era chica siempre quería estar trepada en un árbol. Adoraba subirme en uno. Un día tenía muchas ganas de hacerlo y mi padre me dijo bueno, si usted quiere subir tiene que contemplar estas tres posibilidades: que usted suba, se caiga y muera. Si pasa eso no habría ningún problema para usted pero sí uno tremendo para mí; que usted suba, se caiga y se quede tonta; y que usted suba se caiga y nunca más vuelva a caminar. Después de subir, efectivamente caí. Lo que recuerdo después de eso es haberme despertado en la clínica y lo primero que vi fue a mi padre. Una de las cosas que me marcó fue que nunca me reclamó por lo sucedido. Eso me ayudó a ir forjando mi libertad.
Entonces, ¿la libertad es una forma efectiva de combatir el paternalismo?
Que mi padre no haya sido paternalista, en el sentido de decirme tienes que hacer solo las cosas que yo te digo, me ayudó mucho a ser libre. Recuerdo que un día decidí que quería aprender kendo. Mi abuela le dijo que las niñas no practicaban esos deportes y que el kendo solo era para los hombres. Unos días después, él me dijo que no había absolutamente ninguna diferencia entre un hombre o una mujer y esa premisa la he mantenido viva a lo largo de mi vida.
¿En algún momento sintió que Borges fue paternalista con usted?
Hay que recordar que Borges fue criado por gente del siglo XIX. Siempre me decía que teníamos que casarnos, yo le respondía que no. Una vez, para tratar de convencerme, me dijo que piense en lo lindo que se escucharía María Kodama de Borges, yo al segundo le dije que yo no soy de nadie. Borges decía que un psicoanalista diría que tiene neurosis de destino, porque muchos años antes de que yo naciera estaba enamorado de Cecilia Ingenieros y no sabía cómo acercarse a ella. Un día en un coctel se acercó y le dijo usted es la hija de José Ingenieros y ella, con el mismo tono de su voz, le respondió yo no soy hija de nadie.
En varias entrevistas ha contado que Borges le insistía para que publicara lo que usted escribía
Yo escribo toda la vida pero nunca quise publicar. Borges quería que yo publicara, cuando tenía ataques de enojo, publicaba algo en un diario o en una revista para que él se calmara. Cuando volvía a insistir le decía que si yo le dejaba hacer su camino, él me deje hacer el mío y luego me decía usted tiene razón. Escribir para mí es como bailar, me libero. No me gusta cuando se convierte en una obligación porque entran las exigencias y escribir deja de ser un placer.
¿Alguna vez sintió que pecaba de paternalista?
No, siempre he creído en que hay que dejar que el otro sea libre. Además, me conozco y por eso nunca trabajo con otras personas. Sé que lo que me exijo no se lo puedo exigir a otros porque eso va a generar problemas. Siempre dejo que cada persona trabaje libre y sea responsable de sus resultados.
¿Por qué la sociedad latinoamericana peca de paternalista?
Yo creo que eso responde a complejos heredados de países como España e Italia. En esas sociedades el hombre siempre ha tenido un papel preponderante.
¿En Argentina movimientos como Ni una menos o el de las mujeres que apoyaron la aprobación de la ley por el aborto legal están rompiendo con esos complejos?
En el caso del aborto, creo que la ley debe existir.Eso no significa que se va a obligar a una mujer que aborte si no quiere hacerlo. La persona que por principios éticos o religiosos no quiera hacerlo no lo va a hacer, pero el que no tiene esos principios debe tener toda la libertad para actuar. Yo estoy siempre por la libertad. Para mí todo lo demás son cosas tipo fascistas con las que no puedo estar de acuerdo.
¿Cree que se puede encontrar algo positivo en el paternalismo?
No, no creo que existan cosas positivas en el paternalismo. Siempre repetiré que hay que trabajar para hacer que el otro sea libre. Y esa posibilidad implica que sepa cuáles son las consecuencias que acarrea las libertades que ejerce y que se haga cargo de ellas. Para mí, proteger es mutilar una parte fundamental del ser humano.
¿Qué actitudes paternalistas son las que más detesta?
No se me viene en este momento alguna a la cabeza, pero creo que siempre hay pautas y normas que se deben respetar y que a uno le permiten una convivencia en una sociedad. Creo que en una democracia lo importante es recoger los mejores aportes de cada persona, independientemente de su ideología. Lo que pasa es que en la práctica funciona el ‘estás conmigo o estás contra mí’.
¿Puede pensar en un ejemplo de paternalismo dentro de la literatura?
Nunca había leído a la literatura desde esa arista.
¿Y si hace el ejercicio en este momento?
Bueno, creo que el hecho de que a lo largo de la historia de la literatura muchas mujeres que son excelentes escritoras hayan sido dejadas de lado no es positivo. La literatura ha sido un campo dominado por los
hombres. Ellos, muchas veces, han decidido la entrada de una mujer al mundo de la notoriedad literaria. Mira lo que sucedió con Marie Curie, que se descubrió que ella fue quien hacía los descubrimientos pero su esposo era quien se los adjudicaba.
¿Borges ha sido una figura paternalista para los escritores argentinos que vinieron después de él?
Lo que pasa es que desgraciadamente por mi trabajo no tengo tiempo de leer literatura contemporánea de Argentina ni de ningún otro lado. Tengo muchísimo trabajo con las tesis de doctorado que me envían para que dé mis opiniones. Me paso todo el día leyendo ese tipo de cosas, preparando las conferencias y viajando. Lo que sí releo son las tragedias griegas. Cuando uno lee eso se da cuenta que todo lo que viene después es nada. Nadie hizo la mejor disección del alma humana que los trágicos griegos. Cuando la gente dice que la ‘Ilíada’ es un plomo es porque seguro no se han tomado el trabajo de leerla. En relación con la figura de Borges, pienso que si alguien tiene la idea de seguir a un escritor tratando de imitarlo ese autor está perdido, porque cada uno tiene que sacar de sí lo que uno tiene y no copiar o imitar lo que uno siente que puede alcanzar.
¿Qué es lo mejor de alejarse del paternalismo y buscar la autonomía?
Lo mejor de alejarse del paternalismo son las libertades que se pueden alcanzar a lo largo de la vida.