Su primera caricia con el boxeo fue imaginaria. Cuando Segundo Chango era un niño en su natal Mulaló, parroquia rural de Latacunga, en la provincia de Cotopaxi, escuchar las transmisiones de boxeo en la pequeña radio a pilas de su padre era una de sus mayores satisfacciones.
Los entrenamientos en el boxeo son tan extenuantes como los combates oficiales. Lo son porque para subir a un cuadrilátero hay que estar preparado en lo físico, técnico y hasta en lo emocional.