Apenas pisó la cancha sintética de la Universidad Central, Monserrate Ramón se despojó de su mochila y de la ropa que usa para ir a clases. En segundos se colocó sus pupillos, casaca y pantaloneta. Después, apresuró su caminar para calentar sus músculos antes de reunirse con sus compañeras en la cancha y patear el balón.