La idea de una obra colaborativa surgió del interés de experimentar otras formas no convencionales para construir una pieza audiovisual. El realizador ecuatoriano Wilmer Pozo explica que el proyecto está emparentado con la práctica del cadáver exquisito, un juego de palabras en el que varios autores dan continuidad a una obra pero sin conocer el texto precedente. Pozo llevó este ejercicio al audiovisual y lo llamó ‘Cadáver destruido’.