La obra cumbre de Carlos Marx fue ‘Das Kapital’ (‘El capital’), 1867. Es la matriz del comunismo. Antes de ésta, en 1848, con Federico Engels había publicado el ‘Manifiesto comunista’: “Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!”.
El capital, en la visión marxista, es la acumulación de que se apropian los burgueses, cuando los proletarios son los que hacen producir a la inversión. Su pensamiento: el capital debe transferirse a los proletarios.
Carlos Marx falleció el año 1883. Su pensamiento fue la principal inspiración de la revolución soviética de octubre de 1917 bajo el liderazgo de Lenin y el montaje de su control absoluto del Estado, la abolición de la propiedad privada y el control de todos los factores de producción. A la muerte de Lenin, lo sucedió Stalin, que profundizó el despotismo. Después, hubo varias sucesiones del poder hasta el fin del modelo entre marzo y agosto de 1991, que también llevó al desplome de réplicas del modelo soviético en países de Europa del Este. La afirmación que llegó a ser la gran burla fue “a la burguesía que controla el capital, la debe suceder el control del proletariado, pero representado por el Estado”, porque a lo que se llegó fue a un Estado de “élites” corruptas, no a aproximación alguna a lo que proclamaban sería “la dictadura del proletariado”.
La situación se repite en China, en la práctica una dictadura en cuyo entorno hay profunda corrupción. Los matices de apertura y de inversión y negocios con otros países –el Ecuador, es un caso- están marcados con costos y sobreprecios a que se allanan los gobernantes.
En el Ecuador, aun cuando haya sido de coyuntura electoral la imposición del gobernante de apropiación de casi el 7% de los depósitos en el sistema financiero, para el gasto público, a pretexto de afectar a los dueños del capital financiero, en el fondo su bronca es desmontar la estructura del sistema financiero, pero ¿para que lo maneje el Estado? Una cosa es el control y supervisión del sistema, lo que siempre debe ser muy severo, otra es apropiarse de su liquidez, lo mismo de la crisis de 1999. Entonces fue para los créditos vinculados de los dueños de los bancos, ahora el 2012 será para el gasto público.
Y el Presidente insiste en la virtud del Estado como el único gestor válido en cuanto a decisiones económicas financieras, ¿será cierto aquello?
Hay que recordar: no hay gobernante totalitario que controle todos los factores del poder y aun los que se tachan de fácticos, y pierda elecciones o consultas. A procesos controlados no es fácil enfrentarlos.