Las terribles condiciones en que están las presas del ala seis del complejo carcelario de Tihar, en India, el mayor de Asia meridional, generó un revuelo mediático en este país cuando un popular canal de televisión denunció la situación.
El programa llevó directo al hogar de los televidentes el trato degradante que soportan unas 600 mujeres, hacinadas como sardinas en lata en un espacio previsto para la mitad de esas personas, sin instalaciones básicas, y ante la escandalosa apatía estatal en la mayor democracia del mundo.
Al denunciar la situación, el programa también subrayó el funcionamiento de un sistema judicial que mantiene a miles de personas privadas de libertad sin siquiera comparecer ante un juez o cuyas someras visitas se extienden durante años debido a una justicia corrupta sobrecargada de casos y muy pocos jueces para procesarlos.
La injusticia de las detenciones prolongadas se agrava, además, por las pésimas condiciones de reclusión.
En el marco del Día de la Justicia para los Presos, que se celebra este 10 de agosto, los defensores de derechos humanos aprovechan para reclamar mayor atención del Estado a las cárceles de India.
La mayoría de las cárceles no cumplen con los estándares mínimos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como alimentos suficientes o de buena calidad y buenas condiciones de higiene. Son comunes las torturas y los malos tratos y las celdas suelen estar derruidas, con mala ventilación y sin luz natural.
Un informe realizado en 2015 por la Auditoría General y de Contralor de India sobre Tihar señala que el complejo se tambalea con una población carcelaria superior al doble de la prevista y que carece de 50 por ciento del personal necesario.
El documento detalla que las 10 cárceles están sumamente hacinadas con 14.209 presos, muy por encima de su capacidad de 6.250.
Además, hay 51 presos que todavía esperan ser procesados y que ya permanecieron más de la mitad del plazo máximo previsto para el delito por el que fueron detenidos, añade.
Las instalaciones médicas son virtualmente inexistentes y faltan profesionales, además de que el hospital no está capacitado para atender situaciones de emergencia, a pesar de contar con 150 camas.
Las malas condiciones locativas tienen consecuencias sobre la salud de las reclusas, tanto física como psicológicamente, denunció una exreclusa.
“Las presas prefieren cuidarse entre sí cuando están indispuestas porque la mayor parte del tiempo solo hay médicos hombres”, relató. “Recuerdo una vez que una mujer tuvo un aborto espontáneo y estuvo sangrando horas antes de que la trasladaran al hospital”, acotó.