Para este artículo he debido sacar fuerzas de lo que sobre divagar dice el Diccionario de la Real Academia en su primera acepción: “Hablar o escribir sin concierto ni propósito fijo y determinado”. Al avisado lector de este artículo no se le escapará que con la nueva Ley de Comunicación uno tiene que andarse con cuidado, no sea que produzca linchamiento mediático. Sobre divagar nada dice el mencionado texto legal. Desde luego que uno nunca está cubierto de las interpretaciones sesgadas de quienes le leen y no pueden concebir que “lo más importante que hacemos los hombres es ensayar y ensayar” (G. Marañón).
De un tiempo a esta parte la conducción política del Estado va configurando estructuras más sólidas con las que se ejerce el poder. Una novedad entre nosotros: los ministros de Estado convertidos en secretarios del Presidente. Superministros, ¡ni hablar! De la gestión de sus ministros, el Presidente cuenta con otras fuentes para hallarse bien informado. Hasta hace poco, las puertas de los ministerios se hallaban abiertas de par en par para quienes buscaban información a ser conocida por la opinión pública a través de los medios de comunicación.
Nada más fácil que obtener una entrevista con un ministro. Casos se daban en los que el titular de una Cartera de Estado buscaba notoriedad y llamaba a una rueda de prensa para dar a conocer asuntos que por lo general resultaban intrascendentes. El ‘perfil’ de un ministro supeditado al mayor o menor interés que su gestión suscitaba en los comunicadores. “Ministro de bajo perfil”, una suerte de anatema divino.
Hoy por hoy, lo señalado es historia. Como no ser en las ‘sabatinas’, el silencio más espeso. El que informa de los logros del Gobierno Nacional y se enfrenta a sus contados detractores, el señor Presidente.
Algunos programas que respondían a políticas de Estado en materia de salud pública, en el limbo: ‘misterios de Estado’, digamos. El reciclaje de ministros, también una novedad. No me deja de sorprender el acierto que pueda significar el que por esta vía Rafael Correa y sus colaboradores más cercanos se vayan constituyendo en un ‘pool’ de estadistas. A los que disienten sobre asuntos importantes, ni hablar de ostracismo; si se los sabe bien preparados y listos, la revolución ciudadana sabrá utilizarles en el futuro. ¿Qué habrá pasado con Jeannette Sánchez, talentosa exministra de Desarrollo Social? A lo mejor la tienen estudiando en una buena universidad.
Lo del Yasuní, una barbaridad. Me jode (la Real Academia en mi auxilio) la bronca temeraria entre Correa y el cantautor Jaime Guevara, metedura de pata de nivel presidencial. Me crispa el papel de asesores que pueden estar desempeñando los castristas que llegan al país. Ello sin embargo, debo admitir que al paso que va la revolución ciudadana tiene para rato.