El jueves 21 de diciembre se llevó a cabo el juicio político al Presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski que buscaba la “vacancia” o destitución, y aunque ésta parecía inminente, faltaron 8 votos. Se abstuvieron 10 disidentes del principal partido de oposición liderados por Kenji, el menor de los Fujimori, quien la noche antes del juicio había anunciado su intención de abstenerse diciendo, con la aparente madurez de un estadista serio, “Me pregunto si la declaración de vacancia contribuirá a la gobernabilidad. Esto proyectaría un periodo de turbulencia política con efectos negativos al desarrollo económico, en perjuicio de la población”.
Luego, el 24 de diciembre, poco antes de Nochebuena, Kuczynski anunció el indulto -probable producto de una negociación- para Fujimori padre. ¿Contribuye a la gobernabilidad de un país el que temas fundamentales como la corrupción de los gobernantes se manejen a través de chantajes y componendas políticas, como parece que ha ocurrido en el Perú? El juicio a Kuczynski había sido promovido con atropellamiento y, como ahora podemos ver, con la probable intención de forzar su mano en el tema del indulto, que Fujimori padre, a punto de cumplir 80 años, había solicitado nuevamente el 11 de diciembre, dado que padece de enfermedades graves. ¿Resulta sospechosa e imprudente la contratación entre Odebrecht y Westfield Capital, la firma de Kuczynski, cuando éste era ministro de Alejandro Toledo? Obviamente sí. Pero ¿Comprueba, más allá de duda razonable, un acto de corrupción y la “incapacidad moral” de Kuczynski? Obviamente no. Habría que indagar mucho más y, sobre todo, sopesar las evidencias con objetividad.
Un juicio como ese debe realizarse sobre bases objetivas, razonables, convincentes, no sobre sesgos, conveniencias o resultados deseados. En tal sentido, resulta importante contrastar el sainete de la vacancia de Kuczynski con la deliberada, sistemática y silenciosa investigación de posibles actos ilegales cometidos por miembros de la campaña del Presidente Donald Trump que está llevando a cabo, en los Estados Unidos, el Fiscal Especial Robert Mueller. Es posible que ese proceso lleve, finalmente, a un juicio político contra Trump, pero si llegase a suceder, estará sustentado en evidencias sopesadas, precisamente, con objetividad, sin perjuicio de las animadversiones y los sesgos políticos e ideológicos que siempre estarán presentes, y sin el menor viso de componenda política.
Tal vez no le quedó más a Pedro Pablo Kuczynski que ceder al chantaje, triste comentario sobre el estado de las cosas entre nuestros pueblos. Pero habría sido alentador ver seriedad política cerca de nosotros. La justicia ejercida como es debido contribuye a la gobernabilidad, pero no lo hace cuando es ejercida por la vía de las componendas.
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