Nicolás Maduro, ahogado entre las llamas de la protesta social que sus militares fieles y sus motociclistas criminales no pueden contener, huyó para adelante.
La jugada de una propuesta de convocar a una Asamblea Constituyente ‘comunal’ es la muestra de la desesperación y la impotencia que vive el mandatario, atrapado en la celada que su propio discurso tejió.
Es verdad que el concepto de la Asamblea Constituyente luce atractivo, tanto que repúblicas que no acertaron a construir un modelo de democracia sustentable se lanzaron de modo sistemático a cambiar las normas o forjar la idea de la refundación, esa ficción del primer día de la creación escrita en una ley suprema, que nunca se respeta, haciendo doctrina la máxima colonial, aquella que decía que las leyes de la corona se acatan, pero no se cumplen…
Pero la rimbombante convocatoria del heredero de Hugo Chávez es una trampa para huir hacia adelante. El Régimen de Nicolás Maduro, en la polarización que ha profundizado hasta límites insospechados, no tiene credibilidad ninguna.
Además se trata de una Constituyente donde la representación social, al decir de expertos en derecho constitucional e internacionalistas, es un modelo parecido al corporativismo fascista.
Sindicatos controlados desde el poder, dirigentes barriales chavistas, campesinado cubierto del manto pseudo-bolivariano, trabajadores y estudiantes que no representan la diversidad sino la mirada excluyente de la revolución fallida, del socialismo del siglo XXI que ha acentuado la pobreza y la escasez de alimentos, tras destruir la economía, serán nombrados a dedo.
Claro, pero a ese caldo espeso de previsible comportamiento (‘alzamanos’)le quiere el Régimen sumar el aderezo del ropaje democrático. Para pintar esa fachada que es puro maquillaje, el Presidente de la República Bolivariana nombra a su ex canciller, Elías Jaua, que es parlamentario del Partido Socialista Unido de Venezuela, para dialogar con la Mesa de Unidad Democrática, que es la oposición con mayoría en la Asamblea Nacional. Una muestra más de la urgencia de desviar la atención. La propuesta intenta ser un salvavidas para llegar a la orilla en medio del mar agitado.
Si la Mesa de Unidad Democrática, que ganó las elecciones parlamentarias y a la que el poder chavista enquistado en el CNE (Consejo Nacional Electoral) bloqueó el derecho constitucional de llamar a un referendo revocatorio, cae en la red de la retórica y leguleyada disfrazada de salida legal, irá al cadalso político y permitirá al Gobierno ganar tiempo.
Mientras, cada día, en las calles, los manifestantes se juegan la vida y agitan el pendón de la libertad, en las prisiones los detenidos y condenados por la justicia chavista son testimonio de la represión.
En Venezuela no hay comida suficiente, no hay libertad, silencian a la prensa, pero la dignidad desnuda el engaño. Sigue la lucha por rescatar la democracia herida.