El país atraviesa por estos días un inmenso dolor. No hay consuelo posible para quienes perdieron a sus seres queridos a manos del brutal terremoto que azotó el pasado 16 de abril a la zona costera del país. Y tampoco hay consuelo para la inmensa mayoría de los ecuatorianos que asumieron como propio el drama por el daño irreparable de tantas vidas perdidas.
La furia de la naturaleza se desató con fuerza sobre el país, y sacudió el corazón de los ecuatorianos. La solidaridad colectiva característica del pueblo ecuatoriano se puso de manifiesto una vez más ante una de las tragedias más grandes de los últimos tiempos. La respuesta popular fue conmovedora, y se plasmó en los miles de voluntarios y las incontables toneladas de donaciones de productos de primera necesidad que ayudaron a paliar las necesidades de los afectados.
Lamentablemente, la solidaridad no fue la única acción que afloró por estos días. En el medio de la tragedia y el dolor de todo un pueblo, un sector de la oposición política no se ha privado de atacar al Gobierno, con fuertes críticas que van desde una supuesta falta de capacidad de respuesta ante la tragedia hasta el excesivo gasto público y la consecuente falta de ahorro fiscal como presuntos obstáculos para afrontar lo que viene en materia de reconstrucción.
Lejos de dar cabida a las especulaciones de algunos que pretenden sacar un rédito electoral de la tragedia, el país debe salir adelante unido y evitar que los daños no se multipliquen. Las elecciones se ganan en las urnas, y para eso todavía falta mucho. Los mismos sectores que en tiempos no muy lejanos destruyeron el país, hoy se esconden una vez más tras sus mezquinos intereses procurando aprovechar estos momentos aciagos que enlutan a todo un país para sacar un infame rédito político.
El presidente Correa actuó sin lugar a dudas con la responsabilidad y seriedad que la gravísima situación demandaba, recorriendo las zonas afectadas y ocupándose de lo más importante que puede hacer un Mandatario ante una tragedia de esta magnitud, asegurando el rescate y evacuación de los heridos y atrapados por los escombros, y la atención de las poblaciones costeras afectadas. Asimismo, y con celeridad, se preparó un paquete impositivo de emergencia que permitirá iniciar las tareas de reconstrucción que, según estimó el propio Presidente, demandarán un esfuerzo de varios miles de millones de dólares.
Ante la catástrofe, la solidaridad. Ante el dolor, la recuperación. No es tiempo para poner por delante los intereses políticos partidarios, hoy es la hora de la reconstrucción.
Pasará bastante tiempo para que el país, y sobre todo las zonas afectadas, recuperen la normalidad. Nos alienta la fortaleza de un pueblo que siempre ha mostrado sobreponerse a las dificultades. Sin dudas, con la solidaridad y la unión que ha surgido ante esta adversidad, el camino será mucho más fácil y nos permitirá continuar mirando el futuro con optimismo.
Columnista invitado