Si los editores reproducen fielmente el título original de este artículo, los lectores deberán regalarme una buena dosis de comprensión por usar expresiones que pueden herir ciertas susceptibilidades. Si se ha optado por el maquillaje de la palabra altisonante, los observadores perceptibles detectarán que es un calco de una pregunta crucial que se hace un personaje de una de las mejores novelas de Mario Vargas Llosa, ‘Conversación en La Catedral’.
Zavalita, un periodista peruano, ante el panorama desolador de un Perú en su peor época, plagado de dictaduras y corrupción, se pregunta si se puede anclar el tiempo en que el país tomó el camino hacia el endémico desastre.
La expresión se ha usado frecuentemente por analistas e intelectuales mayoritariamente latinoamericanos, adaptada a otros países del hemisferio. La empleo hasta el aburrimiento de mis estudiantes en mi curso sobre el pensamiento latinoamericano (la más notable contribución a la cultura en español que ha dado América Latina), deletreando la palabra o simplemente mediante la inicial de “j”.
La uso para identificar los momentos en que una crisis actual o una permanente pauta existencial pueden identificarse como el marco temporal de un estado de ánimo, conducta o preocupación nacional. Es una excusa útil para interpretar vanidosamente la historia.
Los principales pensadores latinoamericanos han estado aplicando la pregunta sistemáticamente en sus clásicos ensayos de identidad nacional. Así se ha intentado señalar algún acontecimiento identificable.
Destacan el surgimiento del peronismo en la Argentina, la imposición de la Enmienda Platt en Cuba, la caída de Fulgencio Batista y el surgimiento de Fidel Castro, el congelamiento de la Revolución Mexicana. En Estados Unidos la crisis de Donald Trump está anclada en la lamentable aventura de Vietnam y la vergonzosa dimisión de Richard Nixon.
En contraste, esta explícita expresión-pregunta se ha usado muy raramente para indagar sobre las crisis de España, aparte del “Desastre” (así entronizado) de 1898. Toda la obra de los maestros de ese agrupamiento, desde Miguel de Unamuno a José Ortega y Gasset, está bajo la sombra de la pregunta.
En el panorama de Catalunya, muchos intelectuales desde la Renaixença trabajaron bajo similar influjo, con el poeta Joan Maragall al frente.
Pero la referencia directa a la alusión del Perú es ignota. Más concretamente sobre el caso de Cataluña, la detecté en un artículo solamente conocido para los lectores de El Periódico de Catalunya. La empleó Joan Tapia, un exdirector de otro rotativo de Barcelona, la centenaria La Vanguardia, donde hubiera resultado insólito el uso de la palabra maldita.