El pasado 30 de mayo falleció en Guayaquil, a los 87 años , el Dr. Agustín Arroyo Yerovi, dirigente deportivo de los más brillantes en el Ecuador y deportista él mismo, actividades a las que unió otras singulares capacidades y preclaros estudios. Perteneció a una de las más connotadas familias de Guayaquil, la formada por el Dr. Carlos Alberto Arroyo del Río y doña Elena Yerovi Mateus.
En consonancia con la prestancia familiar y los vaivenes de la vida política de su ilustre padre, sus estudios se iniciaron en su ciudad natal, donde cursó la primaria. Siguió la secundaria en el Colegio Alemán de Quito; de nuevo en Guayaquil logró el bachillerato en Ciencias Filosófico Sociales en el Colegio Vicente Rocafuerte y otra vez en Quito inició en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales, Universidad Central del Ecuador, su carrera de Derecho.
Prosiguió sus estudios superiores en USA, universidades de Michigan y Maryland, que no pudo culminar porque la revolución del 28 de Mayo de 1944 en Guayaquil derrocó en el Ecuador a su padre, Presidente Constitucional de la República. Asilado en la Embajada de Colombia se trasladó a Bogotá, donde vivió exiliado varios años. Allá acudió también su hijo Agustín para terminar su carrera de jurisperito en la Pontificia Universidad Javeriana, donde se graduó como doctor ‘in utroque iure’ con importante tesis: ‘Evolución del derecho sucesorio en la Gran Colombia’ (Semblanza por Efrén Avilés Pino).
Gracias a esos estudios, aptitudes, prestigio de su eminente padre y su despacho profesional, de los más reputados en el Ecuador, con la mayor biblioteca jurídica del país en número y calidad, Agustín gozó también de confianza y nombradía como abogado, reconocido su título desde 1951 por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y juramentado por la Corte Suprema de Justicia. La Corte Superior de Guayaquil le nombró Defensor de Pobres. Todo ello le valió años más tarde, ya incorporado al Servicio Exterior de la República, para ser designado Embajador del Ecuador ante el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Sin embargo fue en el deporte donde alcanzó sus mayores triunfos, preseas y condecoraciones, vinculado a las artes gimnásticas y marciales de defensa personal que practicó desde joven y en las que con frecuencia alcanzó el podio: box, lucha libre, natación, pesas, atletismo, tiro de revólver, equitación, judo. Llegó a dirigir el Comité Olímpico Ecuatoriano que organizó los V Juegos Deportivos Bolivarianos en Quito y Guayaquil, e inició en 1968 la participación nacional en las Olimpiadas Mundiales, mantenida desde entonces, en las que fue designado miembro del Comité Olímpico Internacional.
Ante su fallecimiento -siempre produce tristeza la muerte pese a la simpatía y admiración que causa la senectud- damos el más sentido pésame a todos sus deudos.