El argentino Juan Manuel Tévez (11) es uno de los referentes del equipo. El delantero lleva 15 goles en los 33 partidos que ha disputado este año. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
La familia Salazar se hizo cargo del Macará a inicios del 2012. El equipo celeste tenía una plantilla reducida, un déficit de USD 3,5 millones y una serie de demandas presentadas a la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) por exjugadores.
“Nuestra historia era parecida a la del Deportivo Quito que estaba a punto de desaparecer y perder la categoría”, dice el presidente del equipo, Miller Salazar, un exradiodifusor de 61 años, cabeza visible del equipo ambateño.
La realidad de hace seis temporadas contrasta con el actual momento del equipo, que lidera la segunda etapa del torneo y busca un cupo en la próxima Libertadores y jugar la final con Liga de Quito. Los Salazar generaron un proyecto deportivo que implicó equilibrar las finanzas, mejorar la infraestructura deportiva y armar un plantel competitivo.
Una de las primeras acciones fue generar una administración eficiente. Miller colocó a sus hermanos en puestos claves y de confianza: Guillermo es el responsable de la parte administrativa; David se encargó del Departamento de Marketing y Orlando, de la parte jurídica. Y para tener un nexo con el plantel puso a su sobrino Héctor como gerente deportivo de la institución.
Un segundo paso fue renegociar las deudas vencidas a través de convenios de pagos con futbolistas, gerentes de hoteles, farmacias, agencias de viajes, el Sistema de Rentas Internas (SRI), el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y otros. Un porcentaje de la deuda tributaria la asumió la exdirectiva liderada por Germánico Holguín.
En cuanto a infraestructura, la directiva recuperó la histórica sede social de los ‘celestes’, ubicada en el Centro Comercial Ambato.
Este espacio, que recibieron en comodato por la Prefectura de Tungurahua, se convirtió en el centro de operaciones en donde los Salazar delinearon las acciones para el salvataje del equipo.
El club empezó a reclutar nuevos talentos, que tenían entre 15 y 22 años con contratos de tres y hasta cuatro temporadas. La siembra empezó a generar cosecha en el mediano plazo: buenos talentos como Carlos Feraud, Arturo Mina, Michael Estrada, Jánner Corozo y John Cifuente fueron transferidos a equipos nacionales y, en el caso de Feraud, al exterior: concretamente el fútbol de Arabia Saudita.
Pero, además de vender, el equipo supo retener a la base de jugadores para hacerse fuerte en el torneo. Se ampliaron los contratos con jugadores clave como Carlos Arboleda, Ronald Champang, Ronald De Jesús y otros.
En el 2016, el técnico ecuatoriano Paúl Vélez fue contratado con la idea de armar un proceso deportivo de largo plazo. El equipo estaba en la Serie B y de la mano del estratega cuencano logró el ascenso.
Vélez tiene total participación en las decisiones técnicas y de fichajes. “Él nos sugiere nombres de muchachos que tienen proyección y los contratamos. Ahora son el patrimonio con los que cuenta el club”, aseguró Miller Salazar.
El DT logró un hito en la temporada pasada: la clasificación a la fase inicial de la Copa Libertadores. Macará jugó la primera fase del torneo este año y cayó eliminado ante el Deportivo Táchira.
En el actual torneo local, el equipo posee un presupuesto de USD 3 millones financiados por los derechos de televisión, auspiciantes en la camiseta, vallas publicitarias, taquilla y la venta de abonos.
Otro ingreso a las arcas del ‘Ídolo de Ambato’ es la promoción de las escuelas vacacionales, la carrera atlética 5K Ruta Celeste, un 10 a 15% de la venta de la indumentaria deportiva y de la comercialización de la enciclopedia ‘Memorias de una bendita enfermedad’, publicada en agosto de este año.
Además, los dirigentes lograron remodelar y ampliar el complejo deportivo, ubicado en el caserío El Triunfo del cantón Tisaleo. Allí se inició la construcción de una residencia y una tercera cancha reglamentaria, adicional a las dos que tenía el equipo.
La inversión supera los USD 600 000. El 20% del financiamiento lo da la FEF, como parte del apoyo de las licencias que otorga la FIFA y la Conmebol.
El 40% es de donaciones de hinchas y empresas. El porcentaje restante aún está por financiarse. “Buscamos la ayuda de las autoridades locales, aficionados y empresas para finalizar la obra”, aseguró Guillermo Salazar. El club resolvió en el último año las demandas que le impusieron exjugadores en la FEF y empresas del Estado. Se busca alianzas para tener un equipo femenino.