Presidente en campaña

Corría el año 2004 y el mundo era otro. Con un barril de petróleo de menos de 30 dólares, el país crecía al 8,2% anual (lo más alto a lo que ha crecido el PIB desde que estamos dolarizados) y la pobreza se desplomaba en más de cinco puntos porcentuales.

Y a pesar del bajo precio del petróleo, el gobierno ahorraba porque ahorrar no era considerado como una perversión neoliberal ni como algo pensado para maltratar a la población, sino como un mecanismo para no caer en la “maldición de los recursos naturales”.


Pero ocurrió algo terrible: se le acusó a Lucio Gutiérrez (el presidente de la época) de haber repartido unos calendarios en Buena Fe, durante la campaña de alcalde de esa ciudad de Los Ríos. Los calendarios contenían publicidad para candidato del entonces partido de gobierno, el PSP.


La acusación nunca fue demostrada (al menos no hubo una sentencia) pero fue muy destructiva, porque de ahí se derivó una amenaza de juicio político a Gutiérrez, amenaza que creó el ambiente propicio para el pacto entre el gobierno y el PRE, la Pichicorte, el retorno de Abdalá, la caída de Gutiérrez y todo lo que ocurrió después.


El punto central es que una simple acusación (de que el Presidente hacía campaña) tuvo tantas consecuencias. Porque en esa época el país se escandalizaba con esos temas. En esa época se consideraba que era absolutamente impropio hacer campaña con dineros públicos y, peor aún, que las autoridades usaran su tiempo para promover un candidato, incluso en una elección local.


Para ver el nivel de indignación de la época, se puede revisar esta misma página de opinión. Por ejemplo, el 18 de septiembre del 2004, un editorial de Raúl Vallejo se titulaba “El Coronel que miente”, en una clara alusión a Gutiérrez (quizás valga aclarar que esta página editorial perdió la esclarecida pluma de Vallejo cuando se fue a ocupar un cargo público en el gobierno actual).


La crítica de Vallejo fue muy dura. Incluso escribió que “el Coronel dice que él no participa de la campaña electoral de los candidatos de su partido. Dice que él va por el país inaugurando obras de su Gobierno para levantar la autoestima de los ecuatorianos. ¡Mentira! El Coronel utiliza la maquinaria del Estado para respaldar electoralmente a sus candidatos y participa en los mítines políticos desde la tarima”.


Vallejo fue más lejos aún, afirmando que “la organización independiente, Participación Ciudadana glosó hasta hoy [18.09.2004] la utilización por parte del Coronel de alrededor de 220 000 dólares en sus desplazamientos en la campaña electoral de su partido. De comprobarse, por parte de la Contraloría, el uso indebido de los fondos públicos, se habría configurado el delito de peculado, unas de las causales para la destitución del Presidente”.

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