El Ecuador no tiene un Plan Nacional de Lectura. Sería bueno que los ministerios de Educación y Cultura se interesen por este tema, más allá de los anuncios de entregas de edificios y computadoras. Y que 2015 sea declarado el ‘AÑO DE LA LECTURA’. En esta línea de pensamiento escribo este artículo, en la seguridad de promover el libro y la lectura. ¿Evangelizar la palabra escrita? Preparémonos para la feria del libro.
La historia de este artículo es fruto, precisamente, de la lectura. Se trata del libro ‘La alegría de pensar’ publicada por la Universidad Autónoma de Colombia, cuyo autor es el escritor Germán Espinosa, uno de los más conocidos del vecino país. He tomado algunas ideas de Espinosa para resaltar lo bueno e importante de la lectura en estos tiempos.
El título es un poco pretencioso, porque hablar de ‘evangelio’ lleva un escrito a categorías superiores; de todos modos es preciso rescatar algunas de las 52 razones que destaca Espinosa en su afán de ‘evangelizar’ la palabra escrita. Los comentarios son míos.
1. EL BUEN LECTOR ES UN VIAJERO. La lectura nos convierte en contemporáneos de los seres humanos de todas las épocas. Los libros son los mediadores, a través de los cuales podemos conversar con los hombres y mujeres de otras culturas, de ayer y de siempre. Recuerde que ‘el buen lector es un viajero y un ciudadano del tiempo’.
2. LOS LIBROS IRRIGAN CULTURA. Es un buen punto. Los buenos libros –los clásicos y algunos de reciente data- son inmortales: padres e hijos del pensamiento humano, en todos los tiempos. El término ‘irrigan’ viene de agua, y el agua es vida. Un buen libro siembra en la memoria imágenes y personajes, que construyen situaciones de cada época y nos enseñan.
3. NO HAY LIBROS ABURRIDOS. Los aburridos –con todo respeto- son los lectores. Pueden haber autores desabridos, pero cada obra es hija de su contexto y, probablemente, del público a quien estuvo dirigido. Un libro pudo ser escrito para sí mismo, ¿verdad? Por último, si ayer aburrió un libro mañana probablemente podría revelarle facetas deliciosas. Piense en la teoría de la relatividad.
4. LA GRAN LITERATURA. El amor por la gran literatura es un referente del buen lector. Los clásicos atraen por sí mismos, pero hay un detalle: los libros más vendidos no son necesariamente los mejores, es decir, los clásicos. Hay que escoger, por lo tanto, las ‘joyas’ de la literatura, no tanto para exhibirlas en un estante, sino para leerlas y releerlas en situaciones especiales, poco a poco.
5. LIBROS Y PELÍCULAS. Nunca deje de leer libros que han sido trasladados al cine o a la televisión. La lectura de un buen libro no se compara con la adaptación al formato audiovisual, aunque ciertas imágenes pueden impactar. Huya de los libros resumidos. Además, nada sustituye a la lectura silenciosa, que es la meta de un buen lector.
6. LAS OPINIONES ADVERSAS. Los libros son ventanas abiertas al mundo. En ese contexto, a cada persona le ‘llega’ un libro de manera particular. Por consiguiente, no es bueno dejarse llevar por un criterio opuesto a un libro. No hay lectores iguales. Cada lector inventa un libro que lee. ¿Sabía que un buen libro es aquel que el lector puede ‘añadirlo’ algo?
7. NO APARENTAR HABER LEÍDO. La persona culta no debe probar que lo es. Mucha gente proclama haber leído ‘El Quijote’, por ejemplo, pero no está en condiciones de relatar algunas situaciones porque, sencillamente, no lo ha leído. Sugerencia: la simulación delata la falacia. No quede mal ante su audiencia. Es mejor decir que en la escuela le obligaron a leer y no le gustó.
8. EL PLACER DE LEER. Leer un buen libro –decía un amigo- es como bailar con la mujer más linda o comer el plato más delicioso. La lectura rápida de libros no convence, porque lo más importante no es cuánto se lee sino cómo se disfruta y entiende cada página, cada párrafo, cada palabra. No importa cuántas páginas lee por día, sino cuánto ha ‘saboreado’ de su magia. La rutina no cuenta.
9. LA IMAGEN Y LA PALABRA. Es falso que ‘una imagen vale más que mil palabras’. Se ha demostrado que el verbo es el principio y fin de la lógica. El libro es el escenario de la palabra; dicho de otro modo: el libro es la palabra imaginada, recreada, que brinda al lector la posibilidad de construir sus propias realidades. Por eso, la palabra siempre será más poderosa que la imagen.
10.EL LIBRO Y LA LISONJA. Obsequiar un libro es una linda experiencia. Pero si un autor le regala un libro no es apropiado hablar o escribir bien del texto si no le ha gustado el texto, y peor si no lo ha leído. La lisonja exagerada puede hacer mal al libro. En este caso es mejor felicitar por el esfuerzo y evitar hipocresías: cada libro se defiende por sí mismo.
Estas diez puntualizaciones no agotan las posibilidades para fomentar el libro y la lectura. En realidad –como dijo Óscar Wilde– ‘no existen libros malos ni buenos; ni mal escritos ni bien escritos. Ni morales ni inmorales’. El libro es lo que es: ‘dulce’, es decir, agradable y placentero, o ‘venenoso’ con veneno oculto o explícito. Todo libro enseña, aunque hay que huir de los autores dogmáticos que, supuestamente, tienen el patrimonio de la verdad y del saber. Por ello es necesario tomar en cuenta el contexto en el que fue escrito, y mejor la biografía de su autor.
Por último, Germán Espinosa formula dos recomendaciones: 1) Desconfiar de los libros que vienen con demasiada publicidad. La razón estriba en que ‘el ruido jamás es heraldo de la sabiduría’. 2) ‘Sé fiel a tu vocación de lector, hasta cuando seas tú mismo tu propio libro’. Cierto.