La docente del Colegio SEK, Mercedes Murillo (der.) realiza las funciones de acompañante en un recorrido escolar. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Los conductores que brindan el servicio de transporte escolar en los establecimientos educativos deben reservar un asiento. Desde este año lectivo, el espacio será utilizado por una persona adulta que cumplirá el rol de acompañante.
Antes, esta práctica era común con los estudiantes de primaria, pero ahora es indispensable que un adulto viaje junto a los menores, de todos los niveles de educación en los recorridos escolares. El objetivo es vigilar que todos se suban a la unidad de transporte para ser trasladados del plantel al domicilio, y viceversa.
Esta disposición consta en el acuerdo 00019-A del Ministerio de Educación emitido en julio pasado. En el Distrito, a pocos días de que se empezó el nuevo período escolar, en uno de tres planteles visitados ayer se cumple con esta disposición.
Según la Federación Nacional de Transporte Escolar e Institucional, en Quito 243 720 estudiantes usan este servicio.
En el Colegio Internacional SEK, ubicado en San Isidro de El Inca, en medio de los estudiantes que vienen desde el valle de Los Chillos se encontraba Mercedes Murillo, docente del plantel. Ella era la encargada de supervisar a los alumnos dentro de la furgoneta. Estaba pendiente de que los menores usaran el cinturón de seguridad, no ingirieran alimentos y mantuvieran la disciplina.
En el trayecto, que dura en promedio 80 minutos, solo se escuchaban murmullos, sonrisas y partes de las conversaciones. El ambiente era tranquilo. Había jóvenes que dormían. Édgar Bucheli, conductor de una de las 36 rutas de este colegio, mencionó que esta realidad era parte de su rutina desde hace nueve años.
Cada vez que él llega a la casa de uno de los alumnos, se detiene y pita para que este se baje. Murillo también desciende de la unidad para ayudar a los niños a subir al bus y a abrocharles el dispositivo de seguridad.
Los representantes que recurren a este servicio consideran que esto brinda garantías. Patricia Hidalgo, madre de familia, mencionó que es importante que, aparte de que los vehículos estén en buenas condiciones mecánicas, tengan cinturones de seguridad. La presencia de un adulto extra en los buses le da tranquilidad.
En Quito, de los 4 160 buses de transporte escolar, hasta el 27 de agosto 3 536 aprobaron la revisión técnica vehicular, 342 están en estado condicional y 282 aún no se presentaron.
Para Lorena Lalangui, madre de familia de dos estudiantes de la Unidad Educativa de la Policía Nacional, en El Calzado, el estado mecánico de los buses se debe complementar con el buen trato a los menores.
En ocasiones, ella ha constatado que los niños se quedaban antes de la parada o no se les exigía el uso del cinturón de seguridad. Por eso considera necesario que este servicio requiere de una persona de apoyo. “El chofer no puede asumir toda la responsabilidad”.
Sin embargo, en este plantel y en el Colegio Sebastián de Benalcázar, los transportistas y las autoridades aún no cuentan con los acompañantes.
El acuerdo ministerial establece que las autoridades de las instituciones deberán designar de su planta docente o administrativa al acompañante. Los que incumplan esta disposición podrían ser sancionados. Octavio Calle, inspector del Colegio Benalcázar, considera que es complicado, porque los estudiantes y docentes tienen horarios distintos.
En la Unidad de la Policía Nacional, en el período lectivo anterior, los alumnos viajaban solos. En el Benalcázar se contaba con un jefe de bus. Era un estudiante de tercer año de bachillerato quien ayudaba a mantener el orden en las unidades de transporte escolar.
Punto de vista
El ruido distrae a los conductores
Guillermo Abad. Presidente de Justicia vial y promotor de seguridad vial.
La incorporación de un acompañante en los buses de transporte escolar contribuye a la seguridad vial. Es importante que una persona adulta supervise que los menores se suban o bajen de la unidad cuando esté completamente detenida y utilicen el cinturón de seguridad. Además, debe estar pendiente del estado mecánico y de que el chofer respete los límites de velocidad.
El ambiente, en el interior de estos buses, incide también en la conducta de los transportistas frente al volante. El ruido o disturbios pueden causar distracciones en el conductor. Esto afecta a su capacidad de reacción, reduce la visibilidad y le impide maniobrar el automotor. Por eso contar con una persona para que controle la disciplina es positivo.