Karla Markley, coordinadora del Museo Interactivo de Ciencia. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Hasta hace unos meses, Karla Markley estaba estrechamente relacionada con
la gestión pública, por medio de un cargo ministerial en el área de la biología y la conservación ambiental.
Sin embargo, en enero de este año asumió la coordinación del Museo Interactivo de Ciencia (MIC), uno de los espacios de divulgación científica más masivos de la ciudad (sus visitantes se cuentan por los
110 000 anuales).
Ya empapada de la situación del MIC, ella habla de los retos de dirigir una institución aliada en los procesos educativos científicos de la ciudad.
¿De qué manera su experiencia en laboratorios ayuda a la construcción del MIC?
En muchos ámbitos. Mi formación en el campo de la biología me permite saber cómo se hace ciencia. Eso ayuda en un cargo de gerencia,
porque se conoce el funcionamiento del mundo de la ciencia y se distinguen cuáles son sus fortalezas y debilidades en un contexto nacional e internacional.
¿Qué le interesó de este trabajo?
Mi vida profesional se ha desarrollado en distintos frentes. Unos meses atrás estaba en la
gestión pública, a través del Ministerio del Ambiente. A esto se suma que en los últimos
años he trabajado en la parte de laboratorio y la educación. Todo este bagaje se entremezcla en un espacio como el MIC, donde se vinculan las partes burocrática, experimental y educativa. En ese sentido, sé cómo es la correcta divulgación de la ciencia, porque he trabajado a fondo en ello.
A su criterio, ¿para qué sirven este tipo de espacios en la ciudad?
Para varias cosas. Una de esas es que nos da esa oportunidad de traducir el lenguaje técnico y sofisticado a uno mucho más digerible. Y aparte de hacerle digerible, aprendemos a hacerlo más cercano a los niños y a sus familias. Ya cuando se entra a las salas
del MIC, se comprende que aquí la prioridad es difundir el conocimiento científico de una manera comprensible para el visitante.
¿Cuál será su enfoque
al frente de la coordinación del MIC?
En la actualidad tenemos cinco salas permanentes, espacios desocupados y otro nuevo lugar que saldrá en abril. La idea es hacer las renovaciones del caso. Traer cosas nuevas. También trabajar en convenio con varias universidades, ya que en ellas se produce la información. Nosotros recogemos esos datos, los trabajamos y traducimos para llevarlos a artefactos lúdicos. Todo lo que ponemos en salas debe permitir esa interacción entre el público y la ciencia, en ramas que van desde la biología, la física, la química, la conservación, etc.
¿Cuál es el aporte de su experiencia en el campo de la biología para el MIC?
Tengo una formación científica que ayuda a tener una visión ordenada y estratégica que sirve mucho cuando hay que manejar un espacio con un personal tan variado como este. De cierta manera, se siente la historia que posee el lugar. Entonces, hay que saber dirigir esa historia y ampliarla a nuevos públicos.
Y, ¿hacia qué dirección quiere ir con el MIC?
Lo que se quiere es convertir al MIC en un lugar que atraiga a la gente; que sea un espacio familiar donde los niños puedan divertirse; que sea interactivo; donde la ciencia se mantenga como una guía.
Mujeres en la Ciencia fue uno de los proyectos masivos del MIC. ¿Se mantendrán iniciativas como esta en su administración?
El tema de género es un eje transversal en la construcción de este museo. La idea es seguir con el proyecto. Hemos tenido charlas exitosas sobre el tema de las mujeres en distintos campos de la ciencia. Y, específicamente, en este programa, hemos pensado en continuar con su propuesta.
¿Cuáles son los retos cuando el objetivo es divulgar ciencia de una manera lúdica y seria?
El reto de la ciencia siempre ha sido cómo llegar a la gente en su vida cotidiana. Ese es el reto del museo. Los proyectos que estamos teniendo en cuenta apuntan a lo cotidiano de la gente; para que ellos conozcan lo que pasa día a día a su alrededor.
Muchas veces se ve a la ciencia como algo lejano. Es por ello que solo se mira una aplicación básica de la ciencia y no se la relaciona con la vida misma de las personas. Se necesita saber cómo funciona un ecosistema, una planta y varias cosas más, que muchas de las veces no es de interés para la mayoría.
¿Qué tendrá el público en la agenda este año?
Ofrecemos varias actividades. Una de ellas es Una Noche en el Museo, que se realizará el 26 de marzo y el 21 de mayo. En esta ocasión vendrán familias por la noche y tendrán temas a discutir durante toda la jornada. Asimismo, mantendremos las charlas regulares que se imparten en estas salas.
Toda nuestra planificación se basa en las propuestas de la Unesco. Además, a mediados de año tendremos Aventura de Verano, un espacio en que vamos a trabajar la robótica con el apoyo y la asesoría de la Escuela Politécnica Nacional.
¿Y cuáles son los proyectos nuevos en este año?
Uno de los proyectos nuevos
es una exposición de microbios, que se realizará en los últimos meses de este 2016. La idea es mostrar este mundo tan lejano para muchos.
Usualmente, la gente tiene en su mente que microbios y bacterias son malas para la vida de las personas, sin embargo apenas un 10% causan enfermedades.
Su formación.
Ha desarrollado varias investigaciones de laboratorio. Formó parte de las áreas de Citogenética Evolutiva y de Herpetología en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. En Galápagos desarrolló proyectos de vinculación ambiental y educativa.
Su experiencia.
Fue técnica en adaptación del cambio climático dentro de la Subsecretaría de Cambio Climático del Ministerio del Ambiente. Ha trabajado como docente a nivel secundario y superior.