Las mediciones se realizaron con sonómetros, los instrumentos electrónicos que miden el ruido. Foto: Diego Pallero/ El Comercio
La contaminación auditiva es un enemigo que la gente no toma en cuenta, a pesar de los estragos que puede causar en la salud.
Quito es una de las ciudades más ruidosas, no solo del país, sino también de la región. Factores como: la industria, el tráfico, el comercio o incluso los centros de diversión son algunas de las fuentes de contaminación auditiva de la urbe.
Pese a esto, la gente se ha acostumbrado a vivir en medio de este constante y perjudicial problema, que puede desembocar efectos nocivos para la salud mental y física.
Los efectos que puede causar el ruido están asociados principalmente a la perturbación del sueño en la población. Además, las exposiciones prolongadas al ruido pueden provocar dificultad en la concentración, atención y comunicación; cambios en el estado de ánimo de las personas e incluso alteraciones en el sistema cardiovascular.
La Organización Mundial de la Salud estableció que los niveles máximos de contaminación sonora son 53 decibelios en el día y 45 en la noche. En cuanto al ruido producido por actividades recreativas, como conciertos en locales cerrados o espectáculos en la calle, la OMS fijó que, en combinación, todas estas fuentes produzcan en total unos 70 decibelios como máximo, ya que “el ruido a partir de esta cifra está asociado con mayor riesgo de discapacidad auditiva tanto en niños como adultos”.
Una investigación realizada por la carrera de Ingeniería en Sonido y Acústica de la Universidad de Las Américas (UDLA) determinó que existen lugares en Quito en donde el ruido alcanza los 80 decibelios, muy por encima de las recomendaciones sanitarias.
Para llegar a estas conclusiones, el Grupo de Investigación de Entornos Acústicos de la UDLA realizó un mapeo acústico del tráfico vehicular en las parroquias urbanas de Quito. Para ello se utilizó la información del flujo de tránsito en una muestra de las diferentes calles de la ciudad y se replicó esta información en vías similares.
Luis Bravo, docente investigador de la Universidad de las Américas, comentó que el proyecto, que es liderado por docentes con la participación de estudiantes de la universidad, nació hace 3 años con el fin de reducir la contaminación auditiva y que se cree conciencia sobre el tema.
El estudio determinó que los lugares con mayor nivel de ruido, tanto en el día como en la noche, se ubican en intersecciones o segmentos de vías con flujo vehicular significativo y presencia de transporte pesado (buses, volquetas y transporte de carga); así como también en vías en las que la velocidad de circulación vehicular es mayor.
La investigación tuvo como resultado que los lugares más ruidosos de Quito son: los sectores próximos a la intersección de la autopista General Rumiñahui y av. Simón Bolívar, en la parte oriental de la ciudad; los sectores de El Trébol, av. Pichincha (La Marín), los túneles de la av. Mariscal Sucre en el centro de la ciudad.
Estos sectores presentan en el día 80 decibelios (dB). En cambio, los lugares en los que el ruido de tráfico tiene menor impacto en la capital se encuentran en los sectores donde la circulación vehicular es escasa o nula, como los parques metropolitanos y Bicentenario, donde los niveles de ruido son entre 40 y 50 dB.
Bravo dijo que existen varias formas de contrarrestar este problema. Una de ellas es planificar las rutas para que los buses no pasen por lugares que son sensibles (colegios, universidades, hospitales, centros culturales), limitar la velocidad, que los asfaltos tengan un buen mantenimiento, no utilizar en exceso la bocina, entre otras. El proyecto continuará para tener un análisis completo del problema.